18: Una Pequeña Misión, Deseo Y Dudas

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Gustabo y Horacio se reunieron tal y como habían acordado con los chicos de la mafia para llevar a cabo el plan, Nadando les dio indicaciones sobre que simplemente se dedicarían a observar a distancia, sin atacar ni alguna otra acción que pudiera traerles problemas, Horacio fue asignado como compañero de Gringo, mientras que Gustabo era compañero de Emilio.

Las parejas se fueron en distintos coches hasta llegar a la ubicación, una vez ahí se situaron de tal forma que pasarán totalmente desapercibidos ante el paisaje de aquel barrio, el lugar era un sitio el cual estaba rodeado de casas lujosas, Nadando tenía la sospecha de que al menos un par de aquellos que le arruinaban el negocio deberían vivir en esa zona, por esta vez simplemente quería asegurarse de que así fuera.

-Gustabo dime ¿puedes ver algo? – cuestionó Emilio

-Sí tres sujetos haciendo el tonto en el estacionamiento de ese gran edificio – respondió Gustabo mirando fijamente hacia un edificio de apartamentos

-Muy bien, esos pendejos no se esperan que estanos vigilándolos

-Supongo… mira están entrando al edificio

-Por ahora no podemos hacer nada más que esperar, ir hacia allí sería muy arriesgado

-Entiendo, pues a esperar se ha dicho, lo bueno es que trajiste un coche con vidrios tintados, así no pueden vernos desde fuera

-Si eso fue lo primero que pensé – pronunció Emilio mientras colocaba su mano en la pierna de Gustabo

-¿Qué haces?

-Usted y yo dejamos algo pendiente hace un tiempo ¿no se acuerda?

-¿Hablas de…

-De qué usted iba a ser mío, de que usted iba a entregarse a mi esa noche

-Emilio… no es el momento

-Tranquilo nadie puede vernos… - Emilio tumbó a Gustabo recostándolo en el asiento mientras buscaba como acomodarse, de tal forma que el hombre Moreno quedara entre las piernas del rubio – Gustabo aún me pregunto ¿como le haces para ser tan irresistible, tan hermoso, tan prohibido?

-Emilio ¿Qué haces? ¿acaso planeas tener sexo en medio de la misión?

-No, pero al menos quisiera probar un poco de usted… después podré coger con usted a su debido momento – susurró Emilio para en seguida proceder a besar a Gustabo, mientras acariciaba su trasero y recorría sus piernas

-Emilio detente… - Gustabo se separó del beso, necesitaba poner un alto pues había hecho la promesa de que no se acostaría con el y además posiblemente se casaría así que aquello contaba como una infidelidad, puesto que no estaba obteniendo algo de valor a cambio como acostumbraba, no era trabajo sino algo externo

-Gustabo no me detengas que llevo aguantando las ganas de tocarte de esta forma – Emilio continuó con los besos haciendo un camino por el cuello del rubio, desabrocho algunos botones de la camisa del hombre para poder también repartir besos en su pecho, a medida que sus entrepiernas se rozaban de forma constante

-Mhg Emilio… ahh para, no hagas esto… - Gustabo quería que se detuviera, sin embargo no podía negar que se sentían tan jodidamente bien las caricias y los besos de su amigo, tal vez lo hacía ya por instinto o por estar tan acostumbrado a este tipo situación pero el hecho estaba con que comenzaba a frotarse aún más con la entrepierna del hombre sobre el, podía sentir perfectamente la erección del tipo

-Tu me dices que me detenga… pero tu cuerpo no quiere eso, tu cuerpo quiere que lo tome y haga un desastre con el – dicho esto Emilio comenzó a simular embestidas de forma constante

-Ahh~ Emi… oh por dios… no sigas

-Joder Gustabo ¿puedes sentir como me la pones? Es tu culpa el excitarme de esta forma, así que hazte responsable de esta erección

-¿Cómo que mi culpa cabron? Si tu eres el que está caliente... tu empezaste

-Es tu culpa por estar tan bueno, con esa carita de no matar ni una mosca, tu voz tan seductora y ese culo que te cargas, la pregunta es ¿cómo chingados no cogimos antes?

Emilio desabrocho su pantalón procedió a bajarse el bóxer dejando a la vista su pene completamente erecto, hizo lo mismo con Gustabo para proceder a tomar con su mano ambos miembros y comenzar a masturbarlos, Gustabo sólo atinaba a ahogar sus gemidos, pues no quería que alguien llegase a escucharlos, pero le era casi imposible Emilio lo hacía tan bien que Gustabo poco a poco comenzaba a perder el control, quería a ese hombre dentro de él, si él era tan bueno con solo masturbarlo, el imaginarse como sería tenerlo embistiéndolo una y otra vez lo desesperaba, sin embargo su poco razonamiento le dictaba que no era lo correcto.

Emilio aceleró la velocidad en la que bajaba y subía su mano de ambos miembros, dando como señal de que estaba por correrse, el hombre levantó la camisa del rubio descubriendo su torso, Gustabo comenzó a aferrarse al cuerpo de su amigo mientras trataba con todas sus fuerzas evitar gemir en voz alta, finalmente ambos hombres terminaron al mismo tiempo manchando con la esencia el torso desnudo de Gustabo, Emilio le brindó un último beso, mientras acariciaba la cabeza de Gustabo para tranquilizarlo en lo que recuperaba el aliento.

-La próxima vez iré más lejos Gustabin que te quede claro

-Entiendo… pero ya déjame arreglarme que vamos si alguien viene va a saber que estuvimos haciendo

-Esta bien mi reina ya sabes, yo estaré pendiente de ti

Emilio sacó un pañuelo del bolsillo para limpiar el abdomen de Gustabo, estaba realmente fascinado por el exquisito cuerpo que pronto sería suyo, estaba decidido a demostrarle al bello Gustabo lo que era un verdadero hombre en la cama, alguien capaz de satisfacer todas sus fantasías, Gustabo se acomodó de nuevo la ropa, mientras que por su cabeza pensaba en carajos acababa de hacer, definitivamente tendría más cuidado la próxima vez, no quería que tal situación se volviera a repetir.

Mientras tanto Horacio se encontraba con Gringo en su respectivo coche, en algún punto en el tiempo en el que estuvieron vigilando, ambos se pusieron a tener una conversación bastante agradable, pues al parecer tenían cosas en común sobre todo el hecho de que ambos fuesen criticados constantemente por su cabello, Gringo hacia todo tipo de bromas respecto a sus compañeros las cuales le hacían bastante gracia a Horacio, de repente la misión no le parecía del todo desagradable debido a la convivencia con el hombre de rastras.

Pasaron un par de minutos cuando los hombres a los que estaban vigilando salieron de nuevo afuera del edificio.

-Ahí están de nuevo esos sujetos – señaló Horacio

-En efecto al menos comprobamos que efectivamente esos hijos de puta se reúnen en este edificio, un día de estos de repente se escuchará ¡ratatata! Y entonces ¡Todos muertos!

-Entiendo pero no hagas tanto ruido que nos descubrirán

Horacio bajó la cabeza pensando en si realmente era buena idea hacerse amigo de aquel sujeto, pues aunque fuera bastante divertido hablar con él, siempre estaba el hecho de el era parte de la mafia y por ello sus manos debían estar manchadas completamente de sangre y parte de esa sangre le pertenecía a aquellos que fueron alguna vez sus compañeros en el CNP.

Continuará...

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