Domingo.
Y Harry no se queda putamente quieto.
Mi cabeza está enterrada en su nuca, su pelo huele a shampoo de fresas y sudor, y realmente mataría a alguien por quedarme así todo el día, abrazándolo fuerte contra mi pecho.
Pero él no deja de moverse. Jodida mierda.
-Quédate quieto, por Dios.- Mi voz sonó ronca y afectada, seguramente por haber gemido tanto. Él se removió contra mí, y le gruñí.
-Es que tengo hambre, Lou.- Su susurro fue lastimero, y yo abrí los ojos, comprendiendo que no hay nada que pueda hacer. La habitación estaba oscura, solo interrumpida por el rayo de fuerte sol que entraba por la rendija que ayer dejé.
-¿Qué hora es, por Jesús? ¿Por qué no comiste antes de dormir?- Me empecé a estirar, soltándolo, y descubrí que toda mi habitación olía a sexo. Sutil.
-No lo sé, no tengo mi celular aquí. No tenía hambre antes. Lou, por favor, dime dónde tienes comida y te dejaré dormir, lo prometo.- Se giró hacia mí con la voz arruinada, y sus ojos eran suplicantes. Grandes ojeras estaban arruinando su cara, y yo no pude evitar sonreírle, y pasar mis dedos suavemente por los surcos negros.
-Ven, vamos a desayunar. Creo que compré Oreos el otro día.- Me empecé a parar con cuidado, sintiendo mi culo arder, y él cometió el error de saltar de la cama.
-Oh, jodido Dios- Se dobló de dolor y yo reí un poco, rebuscando en el piso por mi ropa interior. No iba a ponerme mierda limpia si yo estaba asquerosamente sucio.- No te rías, capullo. No puedes solo decirme que tienes Oreos y esperar que yo no salte por ellas.- Se paró con cuidado, y yo le revolee su calzoncillo, mientras iba por mi celular.
-Harry, voy a jodidamente matarte. Son las nueve y media de la mañana- Lo miré mal, devolviendo mi celular a la mesita y caminé hacia la puerta. Él bajó sus ojos apenado, y casi me pateo a mí mismo.- Hey, no. Está bien que me despiertes, ¿bien? Hazlo siempre, estemos bien o no, y yo te alimentaré, ¿de acuerdo?- Busqué sus ojos luego de mi murmullo, y entrelacé nuestros dedos, tirando de su mano. Él me sonrió despacio y asintió, conectando sus preciosos ojos con mi mirada.- Bien, vamos.- Y solté su mano, yendo a la cocina. Busqué las Oreos en la alacena, y le pasé el paquete gigante de tres tubos sin mirarlo, empezando a preparar café. Escuché los ruidos del paquete romperse de forma desesperada, y el murmullo de alivio de Harry al comer, y solté una risita, viéndolo ser feliz.
-¿Quieres una?- Preguntó con la boca llena y sin mirarme, acomodando sus dedos en el segundo y casi vacío paquete, cuando yo estaba terminando con las tazas. Su pelo era un desastre, enmarcando su rostro, y sus ojos me buscaron cuando no contesté.
-Son para ti, come. ¿Azúcar?- Él asintió, concentrado en su comida, y yo levanté las tazas.- Vamos, tengo una mesa, lo juro.- Él rio y tomó el tercer paquete, ya comiendo más despacio. Lo senté en la mesa con su café y dejé el mío, caminando a la heladera, sacando mis dos mermeladas, manteca, queso untable y fruta. Balancee todo en mis brazos y agarré el pan de molde, volviendo a la mesa entre maldiciones. Tiré las cosas de mal modo, y Harry rio, comiendo la última Oreo.
-¿Todo eso es para mí?- Sus ojos brillaron, empezando a acomodar las cosas, y yo me senté con cuidado.
-Come todo lo que quieras.- Bostecé y agarré mi café, dándole un sorbo. Estaba fuerte, pero no me importó.
Desayunamos en silencio, con Harry comiéndose la mitad de mi bolsa de pan, con manteca y mermelada, y una manzana.
-Gracias, Lou.- Me sonrió feliz y somnoliento, y terminó de beber su taza.- Solo tenías que decirme donde tenías comida, no tenías que levantarte. Déjame lavar esto.- Se paró y juntó las tazas, antes de que pueda decirle algo, y volví a bostezar con fuerza. Me levanté también, empezando a guardar todo, y me dirigí al baño al terminar.

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KNOCK OUT
No FicciónLouis Tomlinson es el rey, y le pateará el culo a cualquiera que intente negarlo. Es arisco, mal hablado y atrevido, y está tan alejado de todo lo que Harry Styles es que lo único que puede pasar cuando se encuentren es un jodido show de fuegos arti...