Capítulo 9 - ko.

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¿Qué coño es ese puto ruido? Aún está jodidamente oscuro, y mi celular chilla de forma estridente. Es una llamada, y yo me estiro con un gruñido.

-¿Quién coño eres y por qué estás jodidamente llamando de madrugada?- Hablé mal y en un gruñido, y sentí que del otro lado largaban todo el aire.

-Lou, joder, lo siento. Ni pensé en la hora, solo...- Harry sonaba nervioso, muy nervioso.

-Hey, tranquilo. Respira amor, ¿qué pasó?- Me desperté de golpe y salté de mi cama.

-James.- Fruncí el ceño e hice un sonido de incomprensión- Joder, disculpa. James es el padre de Austin. Él vino, como recién. Yo estaba metido en trabajo cuando el cabrón golpeó mi puerta. Estaba allí, oliendo a ron y exigiendo llevarse a Austin, a las jodidas cinco de la mañana. El cabrón insistía y empezó a levantar la voz, y se quiso meter a mi casa y jodidamente le rompí la nariz, y ahora está tirado en el piso, inconsciente y con la nariz torcida y yo no puedo mover la puta mano, Austin está dormido en mi cama, y...- De acuerdo, tuve jodidamente suficiente.

-Escuchame bien. Vas a dejar a ese jodido hijo de puta en el piso y te pondrás hielo en tu mano. No toques al idiota, ¿de acuerdo? Ni un pelo. Estaré allí en cinco minutos, y que Austin no te escuche ni vea, él no necesita esta mierda.

-De acuerdo- Susurró, aún nervioso, y agarré el primer pantalón que encontré, poniéndomelo a saltos.- Sé que no debería haberte llamado, lo siento, solo te meto en mierdas y mierdas, y...-

-Tss, no sigas.- Lo corté.- Puedes llamarme las jodidas veces que necesites siempre, y malditamente fui yo el que te pidió que avises si algo pasaba.- Me puse como pude el buzo más abrigado que encontré, sin importarme no tener una remera debajo. Agarré cualquier par de zapatillas, y empecé a ponérmelas.

-Esta última semana has estado más para mí que mucha gente en toda mi jodida vida Lou, no puedo no agradecerlo.- Al menos el nerviosismo de su voz se había ido, dejando solo incrédula sinceridad, y yo sonreí, encontrando mi bolso y agarrando mi billetera y llaves.

-Mejor no entraré en ese terreno, amor. Ya estoy saliendo para allí.- Y cerré mi puerta de un portazo, lanzándome a las escaleras.

-Carajo, ¿cómo voy a malditamente abrirte? No voy a dejar a Austin solo aquí, y...-

-¿Cómo abrió el imbécil la puerta de abajo? ¿Tiene una llave?- Abrí mi puerta y troté a mi auto, subiendo a él de un salto.

-No, jamás le dimos una, ni Gemma ni yo.- Arranqué rápido, tirando mi celular en altavoz en el asiento.

-Bien, si un borracho hasta el culo pudo abrirla, creo poder encontrar la forma también. Ya estoy en camino, ¿te pusiste hielo?- Él gimió y yo fruncí el ceño.

-Mierda no, lo olvidé. Me quedé viendo al capullo, sigue sin moverse.

-Harry, ponte hielo ahora. No voy a volver a repetírtelo.- Le gruñí, girando de mal modo cerca de su calle. Escuché ruidos de él moviéndose y abriendo el freezer. Los cubos de hielo sonaron contra la mesada, y el siseo de dolor de él me indicaron que ya se los puso y tiene algo jodidamente grave en la mano. Frené en su puerta, y vi que no había nadie antes de bajar, con solo la oscuridad recibiéndome.- Ya estoy aquí. Te veré en un minuto.- Y corté.

Revisé todas las ventanas de forma minuciosa buscando un hueco, pero no encontré ninguno. Algo frustrado, vi hacia arriba, pero todo estaba en orden. Un resplandor débil me llamó la atención al ver por el rabillo del ojo, y sonrí con burla al ver unas ganzúas en la cerradura.

Cabrón listo.

Con mis dedos tapados por las mangas de mi buzo, manipulé con cuidado las herramientas, buscando el clic justo para poder empujar la puerta, y tomé las jodidas cosas para llevarlas arriba. Subí corriendo las escaleras, para evitar cualquier rastro mío en el ascensor, y frené en el tercer piso, girando mi cabeza a la entrada de Harry. Él estaba allí, con la puerta abierta, el pelo atado y sus manos manejando el hielo, una arriba de la otra. Estaba jodidamente nervioso, y suspiró de alivió al verme, soltando su maltratado labio de sus dientes.

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