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Craig

Estoy convencido de que el infierno tiene un sistema de intercomunicación y el zumbido repetitivo de mi despertador suena a todo volumen por sobre los gritos de todas las almas perdidas.

Es por eso que nunca mataré a nadie, porque no hay manera de que pueda vivir con este sonido por toda la eternidad. Ni siquiera puedo vivir con él durante cinco segundos.

Me acerco y apago la alarma, temiendo otro día de trabajo. Odio tener que trabajar como empleado en una cafetería sólo para pagar la escuela.

Al menos Kenneth permite que mis cheques de alquiler sean esporádicos a cambio del manejo de su banda con los chicos. Funciona por ahora, pero Dios, odio las mañanas.

Estiro mis brazos, llevando las manos a mis ojos, tratando de quitar el sueño de ellos. Cuando mis dedos encuentran los ojos, por una fracción de segundo, creo que quizás mis peores temores se han hecho realidad y de verdad me estoy quemando en el infierno, porque ¡MIERDA! ¡Hijo de puta! ¡Voy a matarlo!

—¡Kenny! —grito.

Oh, Dios. Quema.

Me levanto y trato de abrir los ojos, pero pican demasiado como para lograr ver algo. Es la broma más antigua del libro, y no puedo creer que caí en ella. Una vez más.

No puedo encontrar mis pantalones cortos -Dios, duele tanto-, así que me tropiezo de camino al baño para lavar el jugo de pimienta de mis ojos y manos. Encuentro el picaporte y abro la puerta, corriendo directamente al fregadero. Estoy bastante seguro de que escucho a un chico gritando, pero muy bien podría ser yo.

Ahueco las manos por debajo de la corriente de agua y las llevo hasta mis ojos, enjuagándolos una y otra vez hasta que la quemadura comienza a disminuir. Cuando el alivio empieza a sentirse, mi hombro comienza a doler a causa de los repetidos golpes que está recibiendo.

—¡Ahg! ¡Fuera, pervertido!

Logro despertarme lo suficiente como para saber que realmente escuché a un chico gritando, y ahora ese chico se encuentra golpeándome. En mi baño.

Agarro una toalla de mano y la presiono en mis ojos mientras me protejo de sus golpes con el codo por qué el cabron golpea como si fuese un boxeador profesional.

—¡Estaba haciendo pis, bastardo enfermo! ¡Fuera!

Mierda, el golpea duro. Todavía no puedo verlo bien, pero reconozco sus puños cuando están volando hacia mí. Agarro sus dos muñecas para evitar que me siga agrediendo.

—¡Deja de golpearme!— grito.

La puerta del baño que da a la sala se abre y mi ojo izquierdo está funcionando lo suficiente como para que pueda decir que Clyde se encuentra allí. -¿Qué diablos está pasando? -Camina hacia nosotros y me quita las manos de sus muñecas. Luego se pone en medio. Llevo la toalla de nuevo a mis ojos y aprieto.

—¡Él irrumpió aquí mientras estaba haciendo pis! — grita el chico—¡Y está desnudo!

Abro un ojo y bajo la vista. De hecho, lo estoy. Completamente desnudo a excepción de mis boxers .

—Jesús, Craig . Ponte algo de ropa —dice Clyde.

—¿Cómo iba a saber que sería atacado en mi propio baño? —digo, señalándolo— De hecho ... ¿Por qué diablos está usando mi baño, de todos modos? Tus invitadas e invitados pueden utilizar tu baño.

Clyde inmediatamente levanta sus palmas a la defensiva—El no pasó la noche conmigo.

—Asqueroso —murmura el chico.

TAL VEZ .. NO [CREEK ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora