03: Oh, there's a third one

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Beomgyu.

Estaba en su nueva escuela, mas no asistía a clases. Faltaba completar algo de papeleo y ese día su madre no había podido ir a hacerlo, así que le correspondió a él hacer acto de presencia. Tenía que ir con el director y la señorita de servicio social.

No tenía ni una jodida idea de dónde pudieran estar ambos.

Y justamente aquel día, a Huening Kai se le había ocurrido la maravillosa idea de quedarse dormido y abandonarlo, dejándolo solo en aquella selva.

Suspiró.

—Esto será difícil... —murmuró para sí mismo, no esperando una respuesta.

—¿Qué será difícil? —respuesta que, obviamente recibió, por parte de una ronca voz detrás de él.

Se volteó sin más, abriendo los ojos al percatarse de quien se trataba.

El emo que lo venía siguiendo desde hace ya tres días.

Él creyó que iba a ver a Hitler.

Parpadeó.

—¿Me estás acosando? —soltó, frunciendo el ceño, su vista fija en el contrario.

Ahora fue el turno del más alto para parpadear.

—¿Perdón?

—Te pregunté si me estás acosando y quiero una respuesta.

—Eh... ¿No?

Beomgyu rodó los ojos.

—Claro —susurró sarcástico, y se propuso a seguir con su intento de encontrar la Dirección.

—Oye, ¿eres nuevo? —lo escuchó decir. Su mente se debatía entre correr o seguirle la conversación al rarito aquel.

—Lo seré mañana, hoy tengo que entregar unos papeles al director... —murmuró, aún manteniendo su paso.

—Oh, entonces debes saber que la Dirección no queda por ahí —dijo—, es en la dirección opuesta, de hecho.

Beomgyu paró en seco.

Vaya, tenía tan mala suerte que no solo no iba a entrar a clases un lunes como alguien normal, sino que también acababa de lucir como un imbécil frente a su posible acosador.

Volvió a suspirar y dirigió su mirada al otro.

—Si quieres —volvió a hablar el extraño—, yo te puedo acompañar —sonrió y oh, tenía hoyuelos—. Soy Yeonjun.

—Vale... —musitó, empezando a seguir el paso de ese tal Yeonjun.

Beomgyu no quería seguirlo puesto que pensaba que lo guiaría a un callejón oscuro y sin salida donde probablemente sería brutalmente asesinado y adiós a su sueño de dominar el mundo.

Pero no.

Yeonjun literalmente lo guió hasta la puerta de la oficina del director y se despidió.

Tan simple como eso.

Le entregó los papeles al señor que ni siquiera los buenos días le dio y se fue, tecleando algo en su teléfono:

«Cómo pedir una orden de restricción > yahoo respuestas»

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