03: A bedtime story

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Después de unas cuantas calles y una parada rápida a la tienda por algunos pañales, finalmente estaban en casa. Su casa. Su pequeño hogar.

Qué lindo.

Beomgyu sonrió mientras abría la puerta del lugar, haciéndose a un lado para que la pequeña niña que iba abrazando su pierna lograra ver el interior.

—Okay, pequeño koala, este es tu nuevo hogar —exclamó, moviendo sus brazos para darle más énfasis. Algo así como un host de algún programa televisivo. Yeonjun rió a sus espaldas, mientras cargaba al otro infante, el cual no dejaba de jugar con sus cabellos.

Entretanto, Saryang lucía demasiado... emocionada. Beomgyu podía jurar que vio pequeñas estrellas en los orbes de su hija.

La niña pegó un gritillo antes de hablar. —¡Es maravilloso! —dijo, aún manteniendo su rostro de emoción, y, si se prestaba atención, se podía observar que sostenía fuertemente la pequeña mochila entre sus manos. Hasta podría decirse que iba a llorar. Jesús, ¿era sano para un niño contener tal cantidad de emoción?

La niña iba de un lado para otro, observando todo con suma atención —y también parloteando algo sobre "ser el dragón que ahora protegería este reino". Beomgyu solo atinó a reír mientras tomaba asiento en el sofá. Su apartamento no era la gran cosa, la verdad. No era muy grande, no había muchos lujos, pero era "hogareño".

O al menos aquella era la palabra que siempre usaba él para describirlo. Yeonjun realmente nunca pudo estar de acuerdo, pues para él, cualquier lugar era hogareño siempre y cuando lo compartiera con Choi Beomgyu. Porque él es su hogar.

Así de cursi era.

Pero bueno, volviendo con Saryang, después de —literalmente— revisar cada rincón del lugar, se sentó a un lado de su, ahora, papá —o bueno, uno de ellos. Porque ¡tenía dos papás! ¿Qué tan genial sonaba eso?

Beomgyu la miró un momento antes de que la pequeña empezara a bombardearlo con preguntas.

—¿¡Conociste a Peter Pan!?

Beomgyu sonrió a la vez que escuchaba a Yeonjun reírse desde la cocina. Al parecer, la pequeña ya había visto las fotos de su ida a Disneyland. De luna de miel. Sí, a Disneyland. De quién fue la idea no era necesario aclarar.

—Sí, bueno, es un viejo amigo.

—¿¡Eres su amigo!?

—Obviamente.

—¿Y papá Yeonjun también es su amigo?

Beomgyu abrió un poco más sus ojos al oír cómo su niña empezaba a utilizar la palabra "papá". Su corazón se iba a derretir de la ternura.

—Pff, no. No es tan genial como yo.

—¡Oye! —exclamó el mismo Yeonjun, entrando a la sala, aún con Hunnie en brazos, quien seguía fascinado con su cabello. Lo seguía jalando y a Yeonjun no le quedó de otra más que resignarse. Se acomodó al otro lado de la niña—. No le creas nada a este mentiroso —habló, señalando con su dedo a Beomgyu—. Yo soy tan genial como él. Y Peter Pan también es mi amigo, pero esa es otra historia.

—¿Cómo lo conocieron? —preguntó la niña, de nuevo la emoción se hacía evidente en su voz tanto como en sus ojos. Sostenía con fuerza la foto en sus manos, analizándola como si de un mapa del tesoro se tratase.

Beomgyu y Yeonjun intercambiaron miradas, tratando de ponerse de acuerdo y no romper la ilusión de la niña.

—Pues... —inició Yeonjun— digamos que tu papá y yo tuvimos un pequeño viaje al lugar más feliz del mundo hace unos cuantos años.

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