(LIBRO 3) Han pasado cinco años desde que Tyler, el primer amor de Olivia Dallas, se subió a un coche y despareció literalmente de su vida, esfumándose como si jamás hubiese existido. Todo sucedió de forma tan repentina, que a ella no le dio tiempo...
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Me siento en el coche y me empiezan a temblar las manos. También me duele el pecho, pero con un tipo de dolor tan real y agudo, como si tuviese un agujero del tamaño de una pelota de tenis entre las costillas. Jamás pensé que podría llegar a sentir tanto miedo en mi vida, sentir como el terror te entra por los pies y paraliza cada pequeño átomo de tu ser. No quiero dejarme llevar por el pánico, pero no puedo evitar que el temor recorra todo mi sistema sacudiéndome.
Todavía puedo sentir esas sucias manos tocándome, su aliento rozándome la cara, su cuerpo templado pegándose al mío, aplastándome, inmovilizándome contra la pared... Todos mis pensamientos fluyen a ese episodio que acabo de vivir unos instantes atrás y una vez más soy consciente de que he estado a punto de ser violada. He estado a punto de ser una víctima más de abusos sexuales. ¡Es horrible!
La calle oscura se desdibuja ante mí, se desvanece pese a estar alumbrada por altas farolas y se desenfoca. Estoy agotada y mareada, y también algo dolorida. El tipo me hizo daño al forzarme a separar los muslos y seguramente me saldrán algunos cardenales bien feos en la piel, pero eso ahora es lo de menos.
Ahora mismo solo quiero acurrucarme en un ovillo, encogerme a mí misma y quedarme así hasta que esta sensación angustiosa pase.
Tyler me cubre las piernas con su cazadora de piel y enciende la calefacción del coche mientras que yo retengo el aire en mis pulmones como si tuviese miedo a soltarlo.
—Espérame aquí, voy a volver a entrar al local para recoger tu bolso y tu abrigo, ¿de acuerdo? —dice, lanzándome una última mirada llena de preocupación antes de darse la vuelta y alejarse por la acera hasta la entrada del local.
A lo lejos veo a Vanessa que sale del interior del Rich Corner con mis pertenencias en una mano. Tyler le habla mientras que ella mira en todas las direcciones preocupada. Cuando me ve sentada dentro del coche, veo que me lanza una mirada de inquietud, como si se sintiese culpable o responsable de algo. Tyler toma mi abrigo y el bolso de su mano y le da un corto beso en la mejilla. Puedo ver la decepción en los ojos de la chica cuando él se da la vuelta y se aleja de ella para regresar hasta el vehículo aparcado al otro lado de la calle.
La puerta del descapotable se abre y Tyler me tiende el abrigo.
—Deberías ponértelo —sugiere—. Es más calentito que mi cazadora y entrarás antes en calor.
No contesto. Simplemente me limito a cambiarme de prenda y aprovecho el momento para deshacerme de las medias rotas.
Tyler arranca el coche, se coloca el cinturón y en cuestión de unos segundos estamos rodando por las calles de Jersey City. Siento como las vibraciones del motor me revuelven el estómago, pero no me quejo. No estoy para quejarme.
Tyler no dice nada e intenta comunicarse conmigo en silencio con su mirada, o al menos eso es lo que me parece.
—Estoy bien —trato de tranquilizarlo, aunque me falle la voz—. Me he llevado un buen susto, pero estoy bien.
