17. Cameron/Olivia - En shock

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Aquí La Maléfica, reportándose

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Aquí La Maléfica, reportándose. 😈
Este es un capítulo largo, así que recuerda darle mucho LOF❣️ para que actualice más rápido. 🥰😘

Me dejo caer en uno de los bancos del vestuario masculino y trato de reprimir un suspiro que exige ser liberado de mis pulmones. La verdad es que me siento agotado tanto física como emocionalmente. Llevo toda la puta semana durmiendo fatal, muy pocas horas y mantenerme en forma estos días ha resultado ser extenuante. He tratado de olvidarme de Olivia con mucho ejercicio y acudiendo todos los días a los ensayos de baile que había programados para esta semana, pero si a eso le sumamos que no he tenido nada de apetitito y que he dormido a razón de tres o cuatro horas por noche, puedo decir con toda seguridad que he llegado al fin de semana hecho una mierda. Me siento como si me hubiese pasado por encima una apisonadora. Cada célula de mi ser pide reposo.

Cody abre su taquilla a mi lado y lanza su camiseta limpia al interior, no sin antes lanzarme una mirada de reojo. Está preocupado por mí y lo entiendo, los buenos amigos es lo que hacen, pero necesito que me deje tranquilo... al menos esta noche. Sé que lo está intentando porque así se lo pedí, pero no deja de observarme como si fuese a hacer alguna estupidez y eso me irrita. No soy un puto crío y lo crea o no, sé cuidarme bastante bien yo solito.

—¿Va todo bien? —pregunta con cautela.

Asiento con la cabeza y me inclino hacia adelante para buscar mi tolla en mi mochila. Con las prisas y que tengo la cabeza constantemente en otra parte, caigo en la cuenta de que me la he olvidado en casa. Genial. Suspiro sonoramente ante la frustración por mi despiste. Ahora le tendré que pedir una a la mujer de la limpieza o preguntarle a mis compañeros si alguno tiene una que le sobre o que me pueda prestar.

—Todo bien —miento.

Mentalmente cruzo los dedos para que Cody entienda que justo este, es uno de esos momentos en los que necesito que me deje en paz, pero no corro con esa suerte.

—Y una mierda —contesta sin rodeaos—. Tienes unas ojeras que te llegan a los pies, Cameron.

Y ahí está otra vez, el amigo que ejerce de padre y que no necesito para nada ahora

—Bueno, ya sabes que llevo una semana durmiendo poco —murmuro sin mirarle y finjo que busco otra cosa en mi mochila.

Cody se sienta a mi lado y como si hubiese podido leer mi mente, me extiende una toalla limpia.

—Sí, y los dos sabemos muy por qué —dice sacudiendo la toalla frente a mi cara para que la acepte.

En ese momento, entra Alan en el vestuario con su mochila colgada sobre uno de sus hombros. Lleva los cascos puestos y cuando nos ve, sonríe con alegría y se los quita de las orejas.

—Aquí no, Cody —susurro en una súplica hacia mi amigo, pero no llego a ser lo suficientemente sutil y Alan alcanza a escuchar mis palabras.

—¿Aquí no el qué? —pregunta todavía con la sonrisa plantada en su cara.

Vuelve a mi caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora