Epílogo

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Perfect World ~ Simple Plan

Perfect World ~ Simple Plan

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Rose

Su nombre no tenía nada de especial, era uno simple, común, Tatiana, nada muy sofisticado, ni nada muy complicado, solo tres sílabas que juntas formaban su nombre.

Tatiana, tan común y tan único, tan ella y tan todos. Tatiana Morgan, aquella chica inocente que me acompañaba día a día. Aquella a la que su única aspiración en la vida era apreciar todo un día la belleza que le dio la vida.

Y para ella, solo alguien se iguala a esa belleza. El causante de todo este caos.

Delineé con el dedo su nombre plasmado en la lápida blanca un poco empolvada. La limpié con el puño de mi casaca e intenté sonreír al recordar su cara. Una lágrima cayó por mi mejilla estampándose en el ramo de rosas que había traído.

—Rose —la voz de la señora Morgan me hizo levantar la vista—. Debemos irnos —murmuró en un susurro.

—No puedo —conteste simplemente, sentándome mejor frente a su tumba, tenía tanto que contarle que el tiempo que estuviera ahí nunca me alcanzaría. Tanto que reclamarle, tanto que preguntarle, tanto que llorar...

—Rose —repitió—. Sé que esto no es fácil, no lo es para nadie... —mordió la esquina de su labio como había estado haciendo durante toda la ceremonia que había concluido hace un par de horas. Intentaba no llorar más de lo que ya había hecho, pero eso era imposible. Una nueva lágrima cayó por su mejilla, y la quito rápidamente, miro al cielo intentando contenerse, pero no lo consiguió, sorbió con la nariz intentando disimular su llanto.

—Voy a quedarme —conteste firmemente y su rostro se contrajo de impotencia, asintió sin volver a insistir y se marchó del lugar junto a su esposo, quien la esperaba en una esquina, en silencio. El señor Morgan se había pasado todo el funeral con la cara seria, no había hecho ni una mueca desde que habían llegado, como si aún no comprendiera la situación, como si pensara que todo lo que estábamos viviendo era solo un sueño. Estaba en otro planeta, en otra realidad alterna, lejano y vacío. Eso percibía en él.

Vi cómo se alejaron, desapareciendo en su pequeño auto, tomando un rumbo desconocido para mí.

—Tu mamá estaba planeando una fiesta sorpresa para tus quince —le conté con una pequeña sonrisa, una sonrisa que expresaba más tristeza que alegría—. Estábamos organizándola de hecho. Había pensado hacer una fiesta con temática de vaqueros. Como esas películas viejas que te gustan. Gustaban...

Me acomodé el pelo como pude y volví a hablar—. Te extraño, me haces mucha falta. —susurre para mí misma—. Estos últimos dos días sin ti han sido una tortura, no sabes todo lo que pienso en ti. Pienso mucho en los "que hubiera sido". Sobre todo en lo que hubiera pasado si no te hubiera alentado a ir tras él ese día. Debo aprender a cerrar la boca de vez en cuando.

La chica de las NubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora