Capítulo 14: Rebeldes sin intención

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Heart of Glass ~ Blondie

El grito de la directora vieja amargada desde la entrada, hizo que nos detuviéramos abruptamente—

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El grito de la directora vieja amargada desde la entrada, hizo que nos detuviéramos abruptamente—. ¿Qué creen que hacen alumnos? ¡Vuelvan aquí! —nos gritó enfurecida.

— ¡Ay no! ¡¿Y ahora qué?! — mire a Spencer esperando algún tipo de idea o ayuda de su parte, pero por la expresión que tenía en el rostro me confirmo que estaba igual de asustado que yo— ¡Corramos!

— ¡No! ¡Será peor, es mejor regresar! —me tomo de la mano, y trato de jalarme de regreso.

— ¡¿Estas de broma!? ¡No podemos volver, tenemos que irnos!

—No, te vas a meter en problemas.

—Me voy a meter en problemas un millón de veces, no hay diferencia, vámonos.

—Pero yo no quiero ser la causa de tus problemas, mientras esté vivo jamás te meterás en algún lío.

—Deja tus diálogos de películas y sígueme, no quiero que te pase algo malo si volvemos.

—Y yo no quiero que te pase algo malo si no regresamos.

—Vale, creo que no nos vamos a poner de acuerdo en esto, será mejor que me hagas caso, que yo tengo la razón, ahora corramos —volvió a cogerme de la mano fuertemente y me obligo a caminar en sentido contrario—. ¡Déjame, Spencer! ¡Tenemos que irnos!

—No Titi, el plan de huida queda cancelado.

—¡No! ¡Por qué! ¡Ah! ¡Spencer, quería huir!

—Huiremos en otro momento, ahora debemos volver y afrontar a la vieja loca —murmuro en mi oído tratando de tranquilizarme.

A mitad de camino la directora nos dio el encuentro con el rostro amargamente fruncido, y con sus tacones chocando salvajemente contra el césped—. ¡Alumnos! ¡¿Qué significa esto?!

Nos miró con reproche y se dio la vuelta. La seguimos hasta entrar al colegio de nuevo, y volvió a cerrar el gran portón de fierro; murmuro algo de que la esperáramos fuera de dirección, que en escasos momentos volvería a buscarnos. Renuente a su mandato, me acerque a las sillas que estaban fuera de su despacho y me deje caer en ellas, claro con Spencer a mi lado.

—Todo va a salir bien, no creo que nos ponga un gran castigo —afirmo optimista.

Él siempre tan sonriente y yo siempre con mi cara de culo, éramos la pareja perfecta, eso era un hecho.

Sentí su mano sobre la mía, otra vez, pasaba su pulgar por mi palma, recorriendo cada línea de esta. Su tacto provocaba un hormigueo por donde tocaba, su mano no era muy grande, la mía no era muy pequeña, pero aun así, encajaban con precisión, como si hubieran sido hechas para estar en esa posición toda una eternidad.

La chica de las NubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora