Extra: Un rayo de luz.

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Love Grows ~ Edison Lighthouse

Love Grows ~ Edison Lighthouse

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Spencer.

La veía en todos lados. Cuando cerraba los ojos y cuando los abría.

La veía dibujada en las paredes. La veía en medio de la oscuridad.

La veía entre las nubes. La veía ser feliz y yo era feliz por ella.

No había nada que no me recordara a ella. Cada mínimo detalle lo tenía presente a todas horas, a cada momento. Ocupaba todo el espacio en mi mente y en mi corazón. No podía sacarla de ahí, había venido y se había apropiado de todo sin pedir permiso y no saben lo agradecido que estaba con Dios por eso. Por haberme robado el corazón de una forma tan caóticamente perfecta. Como si hubiéramos estados destinados a ser. A estar. A amar. En corazón y alma.

—¡Spencer! —exclamó Marissa, al mismo tiempo en que sentía una cosa pequeña golpeándome la cabeza. Me acaba de lanzar una almendra directo a la frente.

—¿Eh?

—¿Qué si me estás escuchando?

—Sabes que no —le respondí distraído, jugando con la almendra que ahora descansaba sobre la mesa de madera.

—¡ay no! ¿Otra vez pensando en ella? ¡Acaba de irse, literalmente hace cinco minutos, y seguro te va a venir a buscar a la hora de salida! ¡Qué estrés! —farfullo cruzando los brazos por encima de la mesa y recostándose en esta.

Marisa tenía razón. Estamos en la hora del receso y como todos los días, Tatiana y yo nos habíamos sentado en una mesa en el fondo a la derecha, hasta que vino Rose y se la llevo por un asunto "urgente". Marissa había aprovechado este momento de soledad para acercarse.

Pero yo no podía dejar de imaginar lo que sucedería por la tarde. Le iba a pedir que fuera conmigo a un lugar, pero no le iba a decir que la llevaría donde Hannita, para que ella viera que Tatiana era lo más importante para mí. Y es que no mentía cuando lo decía, realmente lo sentía así. Tatiana no era todo lo que me importaba. (Como creía Marissa) Pero si era lo que más me importaba

Aún no podía entender como era posible que un sentimiento tan grande como el que sentía fuera posible. Me abundaba el pecho y me bloqueaba la razón, hacía que me volviera loco, que no pensara en nada más. Estar con ella era como volar. Tatiana me hacía sentir como en las nubes, como si todos los problemas terrenales ya no importaran. Como si fuera esa nota desentonada en un coro infernal, era un escape. Como si no conociera el habla y ella fuera mi voz.

Mi melodía, la que me saco de la neutralidad, del silencio.

—¿Puedes quitar esa sonrisa de tarado? ¡Te estoy hablando de algo importante! —Volvió a tirarme una almendra en la cabeza.

—No puedo... es que Titi...

—Que cansado, Spencer. Titi por aquí, Titi por allá. Ella no es el centro del mundo, despierta.

La chica de las NubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora