Capítulo 18: Desde otra perspectiva

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Father Of Mine ~ Everclear

Father Of Mine ~ Everclear

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Spencer.

Ni siquiera me creí mis palabras cuando las pronuncie ¿Qué ridiculez acababa de decir?

No quería dejarla en paz, quería seguir siendo parte de su vida, de su historia, de todo lo que le faltaba por recorrer. Yo quería estar ahí, detrás de ella, aplaudiendo sus triunfos, reconfortándola en sus derrotas, alentándole en sus sueños, pero ya no podía, o por lo menos no de la manera en la que quería.

Ya no podría apoyarla siendo más que su amigo, ni siquiera sabía si siquiera podríamos volver a ser amigos, por lo menos yo no estaba seguro de esa posibilidad.

¿Cómo iba a poder ir donde ella y no querer besarla?

¿Cómo podría acercarme sin antes lanzarle algún comentario que la pusiera colorada?

¿Cómo podría seguir viviendo sin escuchar un "imbécil" de sus labios?

¿Cómo?

En mi cabeza no existía alguna respuesta coherente para cualquiera de esas preguntas.

Me alejé un par de pasos, esperando oír mi nombre en sus labios, esperaba un: "Imbécil, no te creas, es solo una broma" o por lo menos un: "Spencer, no me olvides, solo espérame, necesito tiempo"

Con lo primero, hubiese estallado en risas, luego habría ido corriendo hacia ella, y la habría rodeado en un abrazo, haciéndole jurar que nunca más me haría una cosa como esa.

Con lo segundo, tan solo hubiera sonreído y respirado en paz. Le habría prometido que lo haría, que siempre estaría cuando me necesitara, que la ayudaría en lo que me pidiera. Le hubiera dado su espacio, yo estaba a su completo control, absolutamente todo lo que ella ordenara yo obedecería. Ya no me importaba nada, estaba a sus pies, y no había vuelta atrás.

Pero lamentablemente ninguna de las situaciones tuvo lugar en esta triste realidad. Solo se quedaron en mi mente y en mi corazón, como un recuerdo vago de algo que nunca paso, pero que de igual manera abrió una brecha enorme en mi corazón.

Su boca nunca pronuncio mi nombre, su mirada no regreso a mí, y sus pensamientos se alejaron definitivamente. No hubo llanto, no hubo gritos, no hubo nada más que una simple mirada cruda y una despedida vacía.

Me di la vuelta como última esperanza, como mi último recurso, pero como ya había visto las dos veces anteriores a ese gesto, nada volvió a suceder.

Seguí caminando por ese oscuro callejón, con el corazón aun acelerado por la situación pasada, con las mejillas pegajosas por las lágrimas antes derramadas, y con un sentimiento desolador en el corazón  llegué hasta es único lugar que sabía me traería algo de paz, pero que al mismo tiempo sabía, me destrozaría en mil pedazos más.

La chica de las NubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora