Los rayos de sol entraban sutilmente entre la cortina perla con decoraciones azabache, el cielo estaba despejado a las ocho de la mañana de un sábado, Sebastian estaba recostado en el sofá, abrazando a Hirari, la cual estaba sobre sus piernas, la joven tenía la cabeza recostada en el pecho del chico, respiraba con suavidad y tranquilidad absoluta.
El ambiente era bastante normal, de no ser por los rugidos del estómago de Sebastian, ya que no había comido en horas. Él se despertó antes que Hirari, pues la protesta de hambre que organizó su organismo no lo dejaba dormir en paz. Luego de que sus ojos se acostumbraran a la luz que rodeaba la sala, vio que estaba abrazando a la joven, que no se había inmutado.
-S-se ve tan linda...Espera, ¿qué? ¿Acabo de decir que Hirari es linda?- se preguntó a sí mismo el chico, luego de que sus mejillas se tornaran de carmesí, se acomodó pero aún así no soltó a Hirari.
-Tengo hambre...pero ella está dormida...y adoro verla así...pero tengo hambre...ah- suspiró cansado. Acostó a la joven en el sofá, ella no se despertó y él solo sonrió al ver que seguía dormida.
Sebastian se dirigió a la cocina con pasos decididos pero apenas vio lo que había en la nevera sus esperanzas de cocinar algo comestible se hicieron añicos. Él no sabía ni hervir un poco de agua, ya que se distraía y cuando volvía a revisar la olla, solo quedaba un charquito de los ¾ de agua que había “hervido”
Con poca confianza, cogió tres huevos, pero al colocarlos en la superficie de cerámica se le quebraron dos, a causa de la fuerza que había ejercido.
-Perfecto, de ocho huevos que hay en la nevera quedaron seis- confirmó junto con un resoplo.
Al sacar la olla para hacer huevos cocidos, se le cayeron todos al suelo, produciendo un molesto sonido, miró hacía el sofá pero vio que Hirari seguía dormida. Vaya suerte había tenido, si ella se despertaba por ese escándalo lo iba a dejar sin comer por una semana.
Organizó todo como estaba, o como él creía, ya que solo amontonó las ollas y cerró con un golpe la pequeña puerta color perla. Llenó la olla, literalmente llena, cuando fue a sumergir los huevos, se le regó más de la mitad del agua, ya que había metido la mano entera.
Secó el charco que se había formado, tiró los huevos dentro del agua y prendió la estufa, de milagro sabía cómo era, dejo la olla y sonrió al ver su “triunfo”
-Bien, ahora solo tengo que esperar... ¿Cuánto tengo que esperar? Em...Hirari deja esa olla... ¿media hora o cuarenta minutos? No recuerdo...creo que son cuarenta- dijo el chico para sí mismo.
Se dirigió a su habitación y la organizó, cambio los tendidos blancos de su cama por unos negros, volvió su biblioteca más organizada que la de Hirari, botó los papeles sin importancia y desempolvo su mesa de estudio, dejo la ropa sucia en el cesto que servía para ello y por último reemplazó las toallas.
Luego de eso, prendió el televisor y pasó los canales sin mayor importancia, solo quería matar tiempo. Al ver que se estaba aburriendo, creó nuevas listas de reproducción en su celular y descargo algunas canciones que a Hirari le podían gustar...Hirari... ¡Hirari!
Se levantó de su cama y corrió hasta la sala, en donde se encontró con la joven, que seguía dormida aunque los dos gatitos estuvieran dormidos en sus piernas. Sebastian al ver que los gatos se habían terminado el desayuno, les dio un poco más de comida y les cambio el agua, ambos felinos comieron todo y volvieron a recostarse. El chico sonrió y se sentó en el suelo, al lado de donde se encontraba Hirari, le acarició la cabeza y desenredó un poco su cabello, luego pasó suavemente su pulgar en el ojo izquierdo de ella, recogiendo una lágrima detenida entre sus largas y negras pestañas. Sonrió al besarle el cabello y suspiro ¿Cómo era posible que estuviera haciendo tales gestos con una chica distinta a las demás? Bueno, tal vez esa era la respuesta. Ella era distinta a todas las demás, porque no era regalada o “popular”, ella solo quería ser libre de aquel infierno que tenía forma, Shadows. Nunca pensó que algún día, un chico quisiera sacarla entre las sombras, porque para eso, aquel joven tenía que aprender a amar sus demonios, o sus Shadows. Nunca nadie quiso hacer eso pero habían existido dos chicos que querían hacer ese gesto por ella.
Sebastian.
Y
Christopher.
El último había sido su mejor amigo cuando era pequeña, él era de cabellos castaño oscuro y ojos almendra, tez bronceada por el sol de la playa, alto y atlético, porque practicaba Surf.
Él quiso sacarla de ese mundo pero cuando ya lo iba a lograr, sus padres se divorciaron y él se fue con su madre a Inglaterra, nunca más volvieron a hablar.
Sebastian acarició de nuevo la cabeza de Hirari y otra vez esos deseos de besarla lo invadieron pero esta vez no se resistió.
Y la besó.
Cerca de sus labios, muy cerca, él no quería “obligar” a Hirari para que le diera un simple beso, más aún si ella estaba dormida.
-...S-Sebastian...S-sácame de a-aquí...-susurró Hirari. El chico se alarmó y trató de descifrar lo que decía ella.
-...S-Shadows...h-hay muchas...n-no quiero...- siguió susurrando con miedo.
-¿Qué no quieres qué?-
-...Queen...-
-¿Reina?-
Sebastian estaba confundido, hasta que escuchó el estallido del huevo “cocido”.
¡Mierda!
Ángel Negro- The Queen Of Shadows-
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Hola
El capítulo esta corto pero estoy muy cansada, de suerte hice este capítulo
Así que no hay mucho que decir
Estoy cabreada con una amiga
Muy cabreada
Disculpen pero la rabia puede conmigo
Hasta pronto
Hirari: Hola!!, Shiro va a subir capítulo mañana, si no cae desmayada por la falta de sueño y por almorzar a las seis de la tarde, no olviden votar y comentar, Hasta luego!!
Sebastian: Mañana tiene que preparar una exposición, aún así, hará un esfuerzo por subir capítulo. Nos vemos luego.
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★Illuminated Shadows
TeenfikceHirari Lyell, esa soy yo. una joven que poco se interesa en su realidad, pasa sus días encerrada en su habitación, hasta que mis padres adoptivos son asesinados en frente mío, para completar soy una suicida y tendré que mudarme a una institución. ★...