𝟭𝟬┇𝗘𝗹 𝗰𝗼𝗿𝗮𝘇ó𝗻 𝗺𝗮𝗻𝗱𝗮

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Se abrazaba a sí misma, como si el mero acto de envolver sus brazos alrededor de su cuerpo pudiera ofrecerle un refugio del terror que la invadía

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Se abrazaba a sí misma, como si el mero acto de envolver sus brazos alrededor de su cuerpo pudiera ofrecerle un refugio del terror que la invadía. El miedo la consumía, la hacía sentir como una sombra perdida, un gasto inútil en la vasta existencia de la humanidad. Cada día, después de aquel horrendo evento, se lavaba las manos una y otra vez, convencida de que la sangre nunca se iría, de que su piel seguía manchada con el peso de lo irreparable.

¿Por qué tuvo que ser ella la que lo matara?

La pregunta resonaba en su mente, un eco interminable de desesperanza que la mantenía atrapada en un ciclo de dolor. Su cuerpo temblaba mientras su mente se hundía en un abismo oscuro y solitario.

─ Quiero ir a casa ─ sollozó, su voz quebrada mientras escondía su rostro en sus rodillas. Las lágrimas, cristalinas y silenciosas, se deslizaron por sus mejillas, reflejando la tristeza infinita que sentía en su corazón. ─ Con mamá, con papá, con la señora Rei, Fuyumi, Natsuo, con Shoto... quiero a mi familia.

En ese momento, el vacío en su vida parecía una cicatriz abierta, y la ausencia de su fiel amigo solo intensificaba su dolor. No sabía nada de él desde aquel trágico día, y el vacío que dejó atrás parecía un abismo que la devoraba.

─ Solo quiero ir a casa... ─ murmuró, sus palabras un susurro de angustia, una súplica desgarradora que resonaba en la soledad de su ser.

El anhelo por su familia, por la calidez y el amor que una vez conoció, era ahora un faro distante en la tormenta de su vida, una luz que parecía cada vez más lejana mientras ella se hundía en la oscuridad.

El anhelo por su familia, por la calidez y el amor que una vez conoció, era ahora un faro distante en la tormenta de su vida, una luz que parecía cada vez más lejana mientras ella se hundía en la oscuridad

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Tokoyami, con su entusiasmo juvenil, hablaba con una calidez que sorprendía a Aoi. Su presencia, aunque inofensiva en apariencia, parecía proporcionar un raro consuelo. La mujer se acomodaba a su conversación, respondiendo con una naturalidad que le resultaba ajena, como si la conversación con el joven estudiante pudiera ofrecerle un respiro de su propia tormenta interna.

La admiración de Tokoyami por "Mei" era palpable. Cada palabra que le dedicaba estaba impregnada de respeto y curiosidad genuina.

Señorita Mei, ¿podría darme su número de teléfono? ─ preguntó el joven con un brillo esperanzado en los ojos.

𝐁𝐋𝐔𝐄 𝐑𝐎𝐒𝐄𝐒 | Takami KeigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora