7. - сім

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Jeongguk caminó a pasos nerviosos con el bolso en mano. Quizás debería haber tomado media vuelta para devolverse y estar en cama, no debió haber aceptado la invitación de YoonGi. ¿Qué pasaba si vuelve a pelear con el idiota de Taehyung y el rubio se ponía de nuevo en su contra? ¿De nuevo tendría que irse totalmente humillado?

Apretó la correa de su bolso mientras dirigía su mirada hacia éste. Había traído los patines de YoonGi porque creía que podría ser una buena idea de hacer las paces y presentar una tregua de paz. Jeongguk por dentro rezaba que funcionara, después de todo Jimin, quien le había hablado por mensaje después del incidente de su casa, le había recomendando que llevara los patines de YoonGi y así comenzar una buena relación de entrenador y estudiante.

Al principio se había visto reacio, puesto que sabía que YoonGi lo detestaba con todo su ser y que era de manera recíproca, además de considerar el hecho de que YoonGi no había pisado las pistas desde aquél trágico incidente de hace unos años. Sin embargo, las bonitas palabras de Jimin habían creado una burbuja en su cabeza que flotaba de vez en cuando como una semilla de diente de león en el aire. Quizás llevarse bien con YoonGi no era tan malo después de todo, incluso podrían llegar a tener aquella relación que tenían antes que YoonGi decidiera dejar para siempre las pistas.

— Has llegado temprano. — El rubio de ojos azules lo recibió con ánimo provocando que Jeongguk se sintiera un poco tímido, pero siempre a la defensiva. La gente a su alrededor podría describirlo como un pequeño doberman que ha tenido malos dueños. — Tranquilo ahí ¿Has traído patines? — Preguntó mirándolo con los orbes cristalinos que se sentía como un frasco lleno de mariposas una vez que te perdías en ellos.

— No entiendo, si es algo que sirve para despejarme, por qué…

— ¿Están todos listos? — La voz de YoonGi obligó a que Jeon subiera su mirada a la entrada de la casa de este. Cuando ambos se miraron a los ojos, estos bajaron la mirada completamente.  —  Vamos al auto… — Se dirigió hacia la camioneta gris. Jeongguk observó cómo subía las cosas al cajón de atrás sin saludarlo para después adentrarse de nuevo en la casa como si su existencia fuera simplemente un risa de una persona lejana que desaparecía con la distancia.

— Suele estar de mal humor cuando se despierta, créeme que está haciendo su mayor esfuerzo para no pelear contigo. — Jimin le dio unas palmaditas en la espalda con una sonrisa de coraje, quizás con demasiada emoción porque Jeongguk se sentía demasiado presionado.  — Fighting! — Mostró su puño con una pequeña sonrisa, provocando que Jeon juntara sus cejas para no sentirse avergonzado frente a la repentina muestra de empatía de el amigo de YoonGi.

— ¡Taehyung necesito que estés listo, estamos saliendo! — YoonGi volvió a gritar pero esta vez salía de la mano junto a su madre, quien llevaba el tanque de oxígeno en un carrito junto a la silla de ruedas. Jeongguk al verla le hizo una reverencia de noventa grados y la mujer le sonrió con una expresión parecida a la de su hijo solo que con un carácter maternal y de sabiduría extrema.

— ¿Jimin, puedes ayudarme? Creo que he perdido mi teléfono. — Está vez fue Taehyung quien salió de la casa completamente abrigado, preparado para la época de invierno. Este observó la presencia de Jeongguk durante unos segundos y la ignoró al volver a la casa junto al rubio. — Debe de estar…. — Fue lo último que escucho Jeon antes de perderlos de vista.

— Eh… Jeon. — El mencionado dirigió su mirada hacia YoonGi y observó cómo el de cabellos dorados le daba una mirada de vergüenza. — ¿Puedes ayudarme a subir a mi madre al auto? — El pelinegro asintió sin dudar y se acercó hacia donde estaban los dos. Se lamió los labios con nerviosismo saboreando el sabor de el hidratante de labios de la línea de fresa y observó a la delicada mujer mirarle con total confianza en el iris de sus ojos.  — Tiene que ir de copiloto por el espacio y la accesibilidad. — YoonGi colocó la silla de ruedas cerca del auto para poder tener alcance y tomó a su madre de un lado junto a Jeongguk para llevar el peso de la mujer hasta el asiento. Una vez sentada, la aseguró con el cinturón y cerró la puerta. — Gracias… — Susurró sin mirar al pelinegro, tomando la silla de ruedas para guardarla en el maletero del auto.

Meraki [Kookgi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora