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Pasaron al menos tres días, ya que cada esto tenia que visitar a ese azabache se preparo un poco, llevaba su cabello amarrado en una media cola en la parte de atrás, aquel broche de conejo lo llevaba sobresaliendo en el bolsillo ya que iba a donde fuera el.
Volviendo a lo que importa, al albino se le había ocurrido una que tal vez era una buena idea como para ganarse un poco mas la confianza de ese pelinegro lleno de cicatrices, como este le dijo que le gustaba la comida picante, aún que era muy esperado de su parte, le compro un poco de esta, acostumbraba a dar algún detalle a sus pacientes ya que esto la mayoría de veces creaba un vinculo entre ambas personas, esperaba que fuera así con el de ojos azules, aparte de que suponía que le gustaría ya que la comida en ese lugar era una mierda.

Bajo de su auto con la bolsa de comida en su mano, entró a el lugar donde lo detuvieron queriendo ver que había en la bolsa, eso lo frustro un poco pero si no dejaba que la vieran, no lo dejarían siquiera entrar.
Después de unos minutos entró enojado a la habitación ya que uno de los militares tuvo que probar la comida, para el eso lo había arruinado todo.

El pelinegro noto su enojo y se río de la expresión de este mirándolo con curiosidad y a la vez burlandose de el, eso hizo que el mas bajo se avergonzara y un sonrojo invadiera sus mejillas, fruncio el entrecejo y se acercó a la mesa luego de tomar aire.

Psycho LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora