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i. something has awakened
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Había pasado toda la mañana sentada en la orilla de uno de los tejados con ambas piernas balanceándose como reflejo de la inquietud que le había causado enterarse del "imprevisto" que había sufrido Megumi durante su misión. Se sentía agobiada, en especial después de ver la imagen del ojiazul tumbado sobre una camilla mientras Shoko se encargaba de curarle las heridas. Incluso si había tenido que acostumbrarse a observar —e experimentar en carne propia — esa escena una y otra vez en los últimos meses, la impresión que sentía seguía siendo tan desconfortante como la primera vez. En especial porque sabía los motivos por los que se encontraba en ese estado.
Si Megumi hubiese sido acompañado por alguien más a buscar el objeto maldito, tal vez la serie de eventos desafortunados que se habían desatado no hubiesen terminado con el despertar de una de las amenazas más grandes para la hechicería. Si la brecha entre ambos se redujera un poco, quizás hubiesen considerado enviarla junto a él en la búsqueda de los dedos. De todas formas, dudaba que un par de estudiantes de primer año —tomando en cuenta que uno de ellos cuenta con talento innato — fuesen de mucha ayuda contra el rey de las maldiciones.
La brisa comenzaba a chocar de forma violenta contra su rostro cansado. Debía de pasar del medio día debido a la posición del sol que daba contra ella de forma directa. Metiendo las manos a los bolsillos de su chaqueta, buscó su teléfono para encenderlo y ver la imagen de sus padres como fondo mientras que delante se leía la hora a duras penas por los rayones que tenía la pantalla. Una desventaja de llevar su teléfono a todas partes era que su labor como hechicera no era un ambiente tranquilo para un dispositivo como ese.
Recordando las palabras de su instructor sobre lo que debía hacer, Nori tendría que estar de camino al dojo en el que la entrevista para determinar el ingreso de su nuevo compañero era llevada a cabo. A falta de la presencia de Fushiguro, ella era la encargada de recibirlo al ser la otra, e única, persona de primer año en disposición de darle la bienvenida. Y aunque la idea no era de su agrado, no quería dejar una impresión errónea por ser descortés. Especialmente porque no tenía nada en contra del nuevo. En realidad, lo único que le remordía era saber que ese chico al que hoy conocería por primera vez, terminaría ejecutado una vez su misión fuese completada. Como un simple animal siendo llevado al matadero. Y de manera involuntaria, sentía culpa por ello.
