iii. presage of death

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iii. presage of death

Nori tuvo que llevar la manga de su chaqueta a su nariz para contener las náuseas que le traía inhalar esa peste

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Nori tuvo que llevar la manga de su chaqueta a su nariz para contener las náuseas que le traía inhalar esa peste. Un aroma tan desagradable que había aprendido a distinguir con el tiempo y que solo le trae malos recuerdos que prefiere mantener arrumbados en su memoria. Para ella, la muerte tiene un olor impregnado a sangre y sufrimiento, y al estar parada frente a ese edificio es capaz de respirarlo nuevamente. Pero ninguno de los presentes parece disgustado. Lo que aumenta sus suposiciones sobre que es una jugada de su mente por la paranoia que arremete contra su cuerpo.

Frente suyo, Yuuji luce emocionado de ver el Velo de Ijichi cubrir la prisión. Es como si el ambiente lúgubre del sitio y la lluvia de fuera no apagasen su aura radiante de siempre. Sigue tan seguro de querer salvar a otros a pesar del peligro y su actitud de confianza le ayuda a pretender que ella se encuentra igual de tranquila, aunque por dentro la duda le carcome. Nori se obliga a retirar el brazo de su rostro y poner su mejor cara para ellos. Son fuertes y no necesitan de su preocupación para hacerle frente a la amenaza que les aguarda. Las cosas van a salir bien porque no piensa aceptar otro final que no sea el de esos tres al lado suyo.

Un abrazo le llega por la espalda: —Lo haremos bien —Nobara tiene la misma expresión confiada que le vio el día en que se conocieron. Tampoco parece nerviosa. —. Después de esto, nosotras iremos de compras para festejar, ¿de acuerdo?

Sus palabras liberan la tensión de su cuerpo. La contraria también posee esa energía inquieta que el rosado, lo que le ha hecho pensar que esos dos comparten la misma neurona. Tenerles cerca le causa un sentimiento liberador que no había sido capaz de experimentar en mucho tiempo.

— De acuerdo, pero será mejor que llevemos a esos dos para que carguen las bolsas — una sonrisa de cómplices aparece en sus rostros.

Ninguno de los dos restantes escuchó la conversación de las chicas gracias a que su foco de atención estaba en el canino que el pelinegro había convocado segundos atrás. Al verle, su mano se posó instintivamente en la cabeza del perro. Adoraba a los animales, por lo que, si la oportunidad de acariciar a uno se le presentaba, no dudaría en tomarla. Más si se trataba de uno de los Shikigamis de su compañero, quien probablemente no se negaría a hacerlos aparecer si ella se lo pedía. Prefería evitar molestar al ojiazul por un capricho suyo.

COMPASS━━━ Megumi FushiguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora