ii. roppongi

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ii. roppongi

El ajetreo de la ciudad era una de esas cosas a las que no terminaba por acostumbrarse

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El ajetreo de la ciudad era una de esas cosas a las que no terminaba por acostumbrarse. Luego de pasar toda su vida aislada de la sociedad y sin nada más que la compañía de sus progenitores, el contraste entre ambos mundos era demasiado brusco. Automóviles andando por las avenidas a toda hora, gritos emocionados de civiles y turistas que pasaban sus ratos libres vagando por el sitio, y los múltiples negocios en los que podía pasar horas perdiendo el tiempo.

La primera vez que había pisado las calles pavimentadas de Tokio, se plantó como meta personal que llevaría a sus padres consigo costara lo que costara. Quería que, al igual suyo, los tres pudiesen comer un helado tan grande y colorido como el que Itadori le había convencido de comprar luego de varias suplicas. 

—¿No les parece poco que sólo seamos cuatro en primer año? —la pregunta salió de Yuuji, quien continuaba lamiendo su paleta como un niño pequeño.

—¿Conoces a otras personas que puedan ver maldiciones? —Megumi contestó por ambos. A diferencia de ellos, el pelinegro no se encontraba apoyado en la barda. Se mantenía recto y con una de sus manos tomando el barquillo de helado que la castaña había comprado para él. Incluso si no deseaba comer algo en ese momento, no tuvo el coraje de negarse una vez le vio llegar con ambos postres. Por su parte, Nori se arrepintió de haberle llevado algo, pues la sustancia rojiza sólo escurría en la acera de una gota a la vez. Derritiéndose lentamente sin siquiera tener la oportunidad de recibir una mordida antes de desaparecer por completo.

—Pues no.

Era más que obvio, ni siquiera sabía de la existencia de las maldiciones hasta hace unos días.

—Incluso si conocieses a alguno, dudo que todos estén dispuestos a arriesgar su vida como nosotros. Los hechiceros somos una minoría —soltó Nori dando la última mordida al cono de su helado.

—¿Y no me habían dicho que yo era el cuarto? —cuestionó de nuevo el rosado.

—Su ingreso se decidido hace bastante tiempo. Así funciona nuestra escuela. Está llena de casos especiales.

COMPASS━━━ Megumi FushiguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora