xii. what should we do?

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xii. what should we do

Megumi insistió un par de veces antes de que ella aceptase finalmente su propuesta de tomar asiento al lado suyo

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Megumi insistió un par de veces antes de que ella aceptase finalmente su propuesta de tomar asiento al lado suyo. Siendo sincera, Nori hubiese preferido mantenerse con la espalda apoyada contra la puerta para mantener algo de distancia entre ambos, pero no pudo negarse al ver la manera en la que se lo pedía el chico, así que por culpa de su poca fuerza de voluntad, ambos están reposados sobre la orilla de la cama y con la mirada perdida en cualquier otro sitio que no fuesen los ojos del otro. Hay una distancia casi invisible, la cual podría desvanecerse con un solo movimiento en falso. La idea de mover accidentalmente la rodilla para abrazar a la del contrario cruza por la mente del par, pero ninguno es lo suficientemente valiente para hacerlo.

La castaña se mantiene quieta y silenciosa, intentando hacerse pasar por una decoración más en esa habitación. Sus pestañas revolotean cada que gira su atención de un extremo a otro, como si tratase de encontrar algún imperfecto en el prolijo cuarto. Es una habitación común, colores fríos y lisos, decoraciones bastante ordinarias que siguen una tendencia minimalista. Pero definitivamente no podía negar que el orden ahí dentro era inmaculable.

—Es bonita—sabe que la atención del adolescente ahora está sobre ella, pero no se atreve a confirmarlo—. Es muy tu estilo.

—¿Aburrida?

—No, todo está en orden y se ve bastante acogedor—su voz que usualmente es animada, ahora tiende a pasar de incógnito con un tono calmado que sería difícil captar si no hubiese un total silencio en el ambiente—. Hasta eso haces a la perfección.

Ahí va otro halago que espera y no la delate.

—Gracias—menos mal que él es igual de torpe que ella—. Me alegra que te guste.

Yoshija sigue sin atreverse a mirarlo, y Fushiguro lo aprovecha para darle una mirada rápida. Tiene la ropa hecha un desastre, el cabello que siempre cepilla a la perfección está enmarañado, y las mejillas están pintadas como las de una muñeca, haciéndole cuestionarse si son consecuencia de la pelea de hace rato o si se debe a otro síntoma secundario.

—¿Qué te dijo Shoko? ¿Te pasó algo grave?—el pecho se le torna tan cálido como pasar un sorbo de té caliente después de un día cruel de invierno.

COMPASS━━━ Megumi FushiguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora