Capitulo 7. |Holly.

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Monte en el coche, fui a arrancarlo pero no arranco, "perfecto" pensé. Salí del vehículo y empecé a correr hacía la casa de Esther. Supuse que estaría en su casa porque escuche de fondo a sus hermanos mientras hablábamos. "¡Que pasa Esther!" "¿Porque lloras?" "¿Donde estan papá y mamá?" "¿Y Holly?" gritaban los niños a su hermana mayor.

Corrí y corrí por las abarrotadas calles de Londres. La casa de mi amiga estaba muy lejos, en la otra punta de la ciudad. Me choque varias veces, pedía perdón, pero sin parar de correr. Iba agotada asique paré para coger aire pero aun así no pare de andar.

Mi móvil volvió a sonar, no había parado en todo el día. Estaba harta. Lo cogí y colgué la llamada. A continuación lo apagué para que no me molestara.

Iba mirando al móvil cuando me choque con alguien. Supe que era una chica, porque vi sus zapatos marrones de cordones baratos y sus piernas descubiertas, era más o menos de mi edad, iba con prisa no me dio tiempo a ver su rostro ya que desapareció entre la multitud. Ella también iba bastante deprisa.

Llegue a casa de mi amiga y llame a la puerta. En seguida la puerta se abrió y detrás de ella vi a Esther con los ojos rojos, la cara mojada de llorar y su pelo alborotado con algunos mechones pegados a la cara por las lágrimas. Antes de que pudiera reaccionar se lanzó y me abrazo, nunca me había abrazado así, como si se acabara el mundo y no hubiera mañana como si su vida estuviera arruinada por completo y abrazándome lo cambiaria todo, pero desgraciadamente eso no iba a pasar.

Entramos a la casa y no encontré a nadie en el salón. Pero supe que sus hermanos estaban ya que también se escuchan sus llantos de fondo.

-¿Qué ha pasado cariño?- Le pregunté dulcemente.

-Mi...Mi he-herm... Mi hermana-Dijo entrecortada.

-¿Samanta?- Le pregunte. Tenía dos hermanas y un hermano, Samanta era la mayor de los tres. Negó.- ¿Holly?- Le pregunte de nuevo, obviamente tenía que ser ella pero quería estar segura. Asintió.-¿Qué le pasa?

-Un infarto.- Soltó de golpe. El corazón se me encogio. Sabía que Holly tenía problemas de salud desde que nació, pero no pensé que fueran tan graves. Esther me había contado alguna que otra vez que había sufrido ataques de ansiedad muy fuertes y que se pasaba muchos días en el hospital. Yo la iba a ver de vez en cuando. Era igual a su hermana mayor, muy simpática y divertida, siempre con una sonrisa.

-Pero ¿no será muy grave no?- Le dije asustada. Esther se seco un poco las lágrimas y comenzó a explicarme.

-Los médicos dicen que no saben si se recuperara, ahora mismo está en coma.- Me dijo. En ese momento se me paro el corazón. Tan solo tenía cuatro años, era tan pequeña e inocente.

-Se pondrá bien cariño, ya lo veras.- Anime a mi amiga.

-Está bien, por favor ves con mis hermanos a tranquilizarlos, no saben toda la verdad pero están muy preocupados. Ya no se qué decirles, no me veo con fuerzas y no paran de llorar.- Me dijo otra vez con lágrimas en los ojos.

-Ahora mismo voy.- Me levante.- ¿Quieres una manzanilla o una tila para tranquilizarte un poco?- Le pregunte antes de marcharme. Negó con la cabeza, supuse que no le salían ni las palabras.

Seguí el sonido de los llantos de los niños y entre a una pequeña habitación. Esta estaba pintada de rosa con dos camas a cada lado y un armario a la izquierda de la pared. Estaba llena de princesas, dibujos y muñecas. Vi una muñeca, una Barbie, la reconocí.

Holly había cumplido los tres años cuando se la regale, hizo los años cuando estaba ingresada en el hospital. Fui a visitarla para felicitarla y le compre esa muñeca. Se puso tan feliz que hasta salto de la cama. Estuvo todo el tiempo jugando con ella y Esther me dijo que la llevaba a todas partes. Era tan inocente y feliz, no le importaba ninguna de sus enfermedades, solo sonreía a todo el mundo.

Me acerque a una de las cama donde se encontraban los dos niños abrazados el uno al otro, llorando, se me rompía el corazón solo de verlos. Me senté a su lado y los dos levantaron la cabeza para mirarme.

-No os preocupéis pequeños, vuestra hermana va a ponerse muy bien. Pronto la tendréis aquí de vuelta y podréis jugar con ella, como siempre.- Les dije y les sonreí. Ellos se incorporaron y se secaron un poco las lágrimas.- Venir aquí- Seguí extendiendo los brazos en forma de abrazo. Ambos me abrazaron y soltaron algunas lágrimas mojando mi camiseta.

-Anne- Me dijo Samanta con la voz entrecortada. Yo levante la cabeza en forma de pregunta.- ¿Qué le pasa exactamente Holly?- Prosiguió. Me sorprendí un poco pero no dije nada.-Sabemos que nadie nos ha dicho la verdad de lo que le pasa, solo porque somos niños y para que no lo pasemos mal. Pero lo pasamos peor no sabiendo nada.- Concluyo la niña. Me quede algo asombra y sin saber que decir. Tan solo tenía ocho años y hablaba como si tuviera trece o catorce.

Me quede pensativa durante un rato, mirándolos. ¿Qué se supone que tenía que hacer? ¿Decirle la verdad y que se enteraran de que su hermana estaba a punto de morir? O, ¿debía mentirles y que se creyeran que su querida hermanita estaba bien y no era nada grave? ¿Y si Holly no se recuperaba? Terminarían enterándose y sufriendo más. Si se lo decía quizás se harían a la idea de que eso podía acabar mal o bien. Mi cabeza estaba hecha un lío. Yo jamás había tratado así con unos niños, era la primera vez.

-Por favor, dinos la verdad Anne- Una voz aguda me saco de mis pensamientos. El pequeño Esteban me miraba tristemente.

Decidí decirle todo. Pero antes de poder abrir la boca, escuche unos pasos en la entrada de la habitación. Esther. La chica entraba con la cabeza gacha andando lentamente.

-Díselo, Anne lo tienen que saber, no son tan pequeños ya y es hora de que sepan lo que le pasa a su hermana.- Me dijo con un hilo de voz.

- ¿No será mejor que se lo digas tu?- Eran sus hermanos, además ella sabía cómo tratar a niños, yo no.

- No tengo fuerzas, díselo tu, no importa.- Asentí decidida.

Mientras los niños seguían llorando abrazados el uno al otro.

-Escuchar- comencé- vuestra hermana sufrió un ataque al corazón- seguí con un nudo en la garganta- ahora mismo, está en coma en el hospital.- ellos me miraban aun llorando.

-Pero,- comenzó a hablar Esteban. -¿Se pondrá bien?-

-Los médicos la están cuidando muy bien y Holly es muy fuerte, seguro que pronto estará otra vez en casa.- Les anime, en realidad no estaba muy seguro de aquello, pero ¿qué podía hacer? Solo eran niños, siempre había que decirle pequeñas mentiras para que no estuvieran peor de lo que ya estaban.

Siempre me había parecido algo tonto. Porque ocultarle cosas que nos afectaban a nosotros casi igual que a ellos, simplemente porque los queríamos proteger de la realidad y que siguieran viviendo felices y con inocencia, que no se hicieran mayores. Porque solamente eran niños.

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Mi otro yo.|Pausada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora