Capitulo 22.|Viaje.

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Al fin llego el sábado y con él mi viaje.

Llevaba toda la semana preparándolo sin decírselo nada más que a mis padres.

Son las siete de la mañana y ya estoy lista. Mi vuelo sale a las ocho. Lo repaso todo una vez más, espero que no se me olvide nada, por ahora no pero seguro que cuando llegue allí me acordaré de algo que se me olvido meter. Me despido de mis padres y dejo una nota a Esther por si pregunta por mí. Esta semana no hemos hablado casi nada pero ya estaba algo mejor. A Gabriel le mandare un mensaje antes de despegar.

Mi padre me lleva al aeropuerto y se despide de mi con un simple toque en el hombro y un "Suerte". Bueno al menos me ha hablado, mi madre simplemente me abrazo con el móvil al oído.

Pero bueno ya estoy acostumbrada. Al fin y al cabo llevan así toda la vida. Al menos no ha sido como cuando me fui por primera vez a un campamento y ni se molestaron en levantarse.

Hice todo lo que me mandaron en el aeropuerto y después de media hora ya estaba sentada en el avión. No tenía un sitio de lujo pero tampoco estaba del todo mal, a mi derecha había una señora mayor muy amable, parecía tranquila. A mi izquierda no había nadie, pero llego un hombre muy grande, era muy inquieto.

Faltaba un cuarto de hora para las ocho así que le mande un mensaje a Gabri:

Hola. Me voy a España durante un mes. Dentro de un cuarto de hora sale mi avión. No te preocupes.

Te quiero.

No sé que hacía levantado a estas horas, pero al instante lo vio. Esperé a que escribiera pero nada en vez de eso recibí una llamada. Pero yo y mi cobardía le colgamos. Pero era mejor así. Si se lo hubiera cogido seguramente habría dicho algo que me hubiera echo retroceder y bajarme del avión y yo no quería eso, yo quería alejarme de mi vida. Así que guarde el móvil y espere a que despegara el avión.

El viaje no fue tan bien como me imaginaba. La anciana no paraba de hablar e ir al baño. El hombre no se estaba quieto, sudaba como un pollo y parecía muy nervioso.

Después de casi tres horas atrapada entre sudores y olores, con un dolor de cabeza impresionante salí corriendo de aquel avión. Cogí todas mis maltas, tarde un cuarto de hora aproximadamente. Al salir vi a una mujer con un cartel en el que ponía mi nombre. Me acerque a ella.

Era una mujer de unos cincuenta y tantos delgada, con algunas arrugas, el pelo oscuro y por los hombros, tenía unos ojos del mismo color que su pelo, pero eran preciosos. Era muy guapa y se conservaba muy bien. Cuando estaba a tan solo medio metro me dijo

-¡Hola! ¿Tú debes de ser Anne?- Se notaba su entusiasmo.

-Sí, encantada, ¿Eva?- Le dije, no se mucho español, pero sé defenderme.

A continuación me abrazo muy fuerte. Yo, que no me esperaba ese afecto me quede un poco paralizada pero reaccione y moví los brazos hacia arriba. Cuando el abrazo termino cogió una de mis maletas y yo la otra. Le seguí hasta el aparcamiento donde al lado del coche había un hombre más o menos de su misma edad, algo canoso, con los ojos azules y bastante alto.

-Hola, soy Antonio.- Me dijo y me dio dos besos en las mejillas.

-Hola, yo soy Anne.- Le dije y le devolví los besos algo incómoda.

Metimos las maletas en el coche y nos montamos en él. Antonio arranco el coche y nos pusimos en marcha. Mientras salíamos del aeropuerto Eva me pregunto:

-¿Qué tal el viaje en avión?- Pues estaba en medio de una anciana inquita y de un hombre gordo sudoroso, delante mío había un bebé llorón y un niño con un juguete que no dejaba de sonar, cuando fui al baño había turbulencias y se había agotado el papel y para colmo pedí un vaso de agua y la mujer de mi lado era tan inquieta que lo tiro y me mojo un poco.

-Bien- Decidí contestar.

Me dijo que llegaríamos a Sevilla en unas cinco horas. Y en las dos primeras horas me estuvieron preguntando cosas de mi y de mi familia, porque había decidido venir y todo eso. No le conté toda la verdad pero tampoco necesitaban saberla. Menos mal que Antonio entiende inglés, si solo hubiera estado Eva jamás hubiéramos llegado más allá del "Hola, ¿qué tal?". Pase el resto del trayecto dormida, paramos en algunas gasolineras y bares de carreteras para comer y tomar algo.

Llegamos a Sevilla sobre la ocho de la tarde, el sol aun estaba muy arriba, era verano y hacía mucho calor comparado con Londres.

Antonio aparco el coche y enseguida nos bajamos los tres. Eva abrió el maletero y cogió una maleta yo me disponía a sacar la otra pero Antonio se me adelanto y la cogió, le di las gracias y agarre mi mochila pequeña. Nos dirigimos a una casa, no era muy grande comparada con la mía pero me gustaba. Al entrar me sorprendió lo bien decorada que estaba, era moderna pero a la vez acogedora, no estaba muy recargada pero tenía de todo un poco. A mi derecha había una mesa alargada donde había un jarrón con flores y un cuenco. El salón y comedor estaban unidos y ambos eran preciosos. Eva y Antonio, tras quitarse los zapatos e ir a por un poco de agua volvieron a coger mis maletas.

-Es por aquí- Me dijo Antonio. Asentí con la cabeza y le seguí escaleras arriba.

Al llegar a la segunda planta había cinco puertas, ellos se dirigieron a la tercera y yo me dirigí a la misma.

-Esta será tu habitación durante el tiempo que te quieras quedar, ¿qué te parece?- Me dijo Eva con una sonrisa y con una mirada llena de ilusión.

La verdad es que era preciosa y aunque no me conocía esta todo como yo lo pondría. Hay una cama grande en medio, dos mesas a los lados, un armario muy grande, un espejo de cuerpo entero y una ventana con un asiento empotrado. Las paredes están pintadas todas de blanco excepto una que es azul.

-La decoré como me pareció, no sé si te gustara, el azul de la pared me pareció bonito.- Dijo al ver que yo no contestaba.

-Sí, es muy bonito, de hecho el azul es mi color favorito.- Dije con una gran sonrisa. A ella se le amplio la sonrisa y me abrazo de nuevo.

Antonio salió de la habitación y Eva le siguió diciendo antes:

-Coloca tus cosas, el baño es la puerta de en frente, yo voy a preparar la cena, cualquier cosa estamos abajo.- Y cerró la puerta.

Nada más escuchar cómo se cerraba me tire sobre la cama, no me apetecía colocar nada estaba demasiado cansada lo haría mañana por la mañana, nada más levantarme. Mire a un lado y me levante para asomarme por la ventana, las vistas no eran gran cosa, se veía la calle pero me gustaba, era una calle grande con unas farolas bonitas y muchos árboles y flores. Me senté un rato en el banco, la verdad es que era cómodo y me gustaba mucho ver a la gente pasear y charlar. Era un sitio muy tranquilo y no pasaban muchos coches.

Estaba muy concentrada en mis pensamientos hasta que llamaron a la puerta, no me dio tiempo a contestar porque enseguida escuche la voz de Eva diciéndome que la cena estaba lista. Le conteste con un "vale" y enseguida escuche sus pasos alejarse. Al instante me levante y me puse algo más cómodo. Nada más salir me vino un rico olor y solo entonces me di cuenta el hambre que tenía. Cuando llegue abajo Antonio estaba sentado en la mesa y Eva apareció por la puerta de la cocina con un plato enorme de macarrones.

-He hecho macarrones, espero que te gusten.- Me dijo y asentí, me encantaban los macarrones y hacía tiempo que no los comía.

Comenzamos a comer y estaban realmente buenos, jamás había probado algo tan rico y con tanto sabor. Quizás porque siempre me lo hacían las criadas y nunca comía con mis padres. Estuvimos hablando y Eva no paraba de preguntarme cosas. Era una mujer muy simpática y alegre. Me termine mi plato enseguida y después de llevarlo a la cocina di las buenas noches y subí a mi cuarto. Estaba muy cansada, nada más tumbarme caí en un profundo sueño.

➰➰

Siento no haber subido capítulo antes, estuve muy liada con todos los exámenes finales y tuve problemas. Escribí esta capitulo y es bien largo, espero que os guste y a partir de ahora subiré mas a menudo. 

Lo siento mucho, os quiere, Bel.

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⏰ Última actualización: Jun 18, 2015 ⏰

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