Capitulo 20.|Me tienes aquí.

61 11 0
                                    

Gabriel me condujo por los pasillos mientras mis lágrimas caían y caían. No tenía ni idea de por dónde íbamos, mi visión estaba muy borrosa. Él tiraba de mí a cada paso para que fuera más rápido. Pero ya no podía más. Me pare en seco con la cabeza gacha, Gabriel fue a tirar de mi de nuevo pero el agarre se soltó y en ese momento me di cuenta que su mano era mi único punto de apoyo en aquel momento, ya que caí, cual muerto, al suelo. No me importó, el golpe de mis rodillas contra el suelo dolió un poco pero no tanto como lo que sentía ahora mismo. Note como la gente me miraba, seguramente con cara de asombro y tristeza, pero yo solo puse las manos en mi cara y seguí llorando.

Sentí a Gabriel acercarse y agacharse. Posó suavemente su mano sobre mi pelo y lo retiro poniéndolo detrás de mi oreja. Baje las manos un poco apartándome las lágrimas, ya no lloraba tanto, no porque no tuviera ganas, sino que en apenas diez minutos mis ojos se habían quedado secos.

Nada más levantar la vista me encontré con su preciosa mirada penetrante, él me miraba directamente a los ojos, pero no tenía aquella mirada triste que todo el mundo pone al verte llorar. Tenía una mirada cariñosa y de aprecio, simplemente preciosa.

Me dio un beso en la frente y me agarró por la nuca para llevar mi cabeza a su pecho y abrazarme de nuevo. Esté no duro mucho, movió su mano izquierda hasta debajo de mis rodillas y la otra en mi espalda y me cogió. Me cogió con tal sencillez, como si no pesará nada, como si fuera una pluma y comenzó a andar.

Yo iba con mi cabeza apoyada en su pecho y de mis ojos empezaron de nuevo a caer lágrimas al recordar que cada vez estaba más cerca de ver a la niña más bonita del mundo, a la que para mi había sido como una hermana pequeña, a la que había visto reir, llorar, protestar, a la que se había criado conmigo mientras mi mejor amiga me cuidaba a mí.

Pasaron por mi cabeza todos aquellos momentos que la vi en todos sus aspectos y facetas, todos los momento que viví junto a ella, todos y cada uno de los segundos que me hizo reír con su inocencia de niña.

Cuando llegamos a nuestro destino Gabriel me soltó y allí fue, cuando creía que ya no podía caer más, mi mundo descendió de nuevo haciéndome caer aun más abajo.

No lo podía creer, ver aquel cuerpo bajo una sábana, aquel diminuto cuerpo que un día brincaba y bailaba por toda mi casa allí inconsciente. Ver la figura de mi pequeña Holly muerta es lo peor que me ha podido pasar.

Después de un tiempo, no sé cuanto en realidad, vi a mi amiga sollozando a un lado con Andrés abrazándola, al otro lado los dos pequeños abrazados por sus padres. Todos llorando. Nadie se dio cuenta de mi presencia excepto Andrés.

Él me hizo una señal y yo fui a abrazar a mi amiga rápidamente. Ella al notarme me abrazo de una manera que jamás lo había hecho y sollozo aun más fuerte. Ambas llorábamos descontroladamente.

Solo se escuchaban lloros y respiraciones agitadas en aquella blanca y fría habitación de hospital.

Alguien llamo a la puerta y todos, aun llorando, dirigimos la mirada hacia ella.

En ese momento me di cuenta de que los dos hermanos se habían ido, pero no me importo mucho.

Detrás de la puerta apareció el médico.

-Hay que llevarse a la pequeña ya.- Dijo con cariño a la vez que firme.

Su padre asintió y salió seguido de aquel médico. Su madre se acerco a mí y me pregunto que si me podía quedar con los pequeños, yo asentí decidida. Seguidamente hice un gesto a los chicos y los saque de allí.

Al abrir la puerta descubrí que los hermanos no se habían ido, estaban esperando en el pasillo. Me vieron salir y se levantaron de sus asientos. Gabriel se acerco a mí y me abrazo de nuevo haciéndome llorar. Mientras Andrés se llevo a los niños a la cafetería.

-Anne.- Hablo de repente.

-¿Q-Que?- Dije entre sollozos.

-Solo quiero que sepas que me tienes aquí.-

Asentí en su pecho y apreté mis brazos contra él sin decir una sola palabra.

---->

Pasaron los días, días tristes para todos. Los niños no parecían niños, Esther no salía de su casa y sus padres eran almas andantes.

Una semana después todo estaba un poco más calmado pero aun así nada era igual.

Esther me pidió que no fuera a su casa. Yo lo comprendía, asique no la vi en unos cuantos días.

Yo cada día recordaba a Holly y cada día lloraba por ella.

Gabriel me venía a ver cada día y era el único que me hacía reír.

La verdad es que en muy poco tiempo había creado un vínculo con Gabri. Él me ayudaba en todo, era como mi mejor amigo. Lo quería mucho. Pero estaba un poco confusa con mis sentimientos. No podía parar de pensar en él.

Todo había pasado tan de golpe que no cabía en mi cabeza. Mi interior era un gran desastre, una gran cuerda enredada, de esas que no eres capaz de desenredar ni aunque le des mil vueltas. Por eso volvió a mi cabeza el viaje, mi viaje.

Y el sábado, sin pararme a pensarlo lo planee todo. El martes estaría rumbo a España.

➰➰

¿Es normal que llore con mi propio capitulo? *llora con cara de desesperacion*

¡Esta bien! Ahora viene lo peor. Lo se. Merezco un castigo. Incumplí mi promesa. Lo siento mucho mucho mucho, de verdad. El instituto no me deja nada de tiempo. Pero bueno, ya estoy aquí, con dos días de retraso, pero estoy. No es muy largo que digamos, pero algo es algo ¿no?

Siento el retraso pero os recompensaré como sea. Prometo, bueno, mejor no hago más promesas... JAJAJAJA

Intentaré, si, intentaré subir uno o dos capítulos este fin de.
Espero que os este gustando MOY (Mi Otro Yo, se me ocurrio ahora mismo, mientras escribia esto) Y ojala sigais votando y comentando porque ¡cada vez somos mas! BIEEEN *silbidos y apalusos de fondo*
Gracias a todos.
Un besito, Bel, xx.

Mi otro yo.|Pausada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora