Una hora más tarde y envuelto en el más silencioso hermetismo, Silvio va revisando su teléfono para tratar de ubicar el número del médico que lo atendió en el hospital, y a través de él dar con el número personal de Lucero...
—Silvio ¿A dónde nos vamos? le doy retroceso hacia Aromas peruanos o es que iremos al pent house.
—¡Estás loco! nos vamos a ir directo al hospital, allí sé que debe de estar trabajando en este momento Lucero, al menos eso fue lo que pude intuir de parte de mi suegris, de paso nos revisamos las heridas y pido que ella nos inyecte algo para el dolor.
—¿Estás seguro?, pero que yo sepa eres alérgico a las jeringas.
—Lo sé, sólo si es Lucero quien me pone la inyección estaré dispuesto a aguantarme como los machos. Con otra no. Sólo si es ella.
Algunos minutos después ya en la salita de espera de la recepción del hospital, y minutos después de haber solicitado la presencia de Martha la jefa de enfermeras, Clemente se dispone a esperarla en las butacas, frente al counter de informes. Mientras observa en su celular los mensajes entrantes de sus amigos, de pronto, sin hacer mucho esfuerzo retira un objeto que parece haber estado adherido a su celular, lo cual le llama mucho la atención. Lo raro, es que antes no lo había notado.
—¡Mierda! esto es lo que creo, piensa para sus adentros. Luego va hacia un dispensador de la esquina del recibidor de la sala de espera y extrae un vaso descartable, lo llena por la mitad e introduce el objeto. Después de unos minutos lo saca del interior del vasito y le toma una fotografía y lo vuelve a sumergir en el vaso.
Mientras tanto, Silvio ajeno a todo, continuaba mirando su celular distraídamente...
—¡Quién carajos me puso esto en el celular!, ¡claro! ¿cómo no iban a saber todo?, si la mierda me escuchaba todo el tiempo. Yo era el que chuponeaba toda la información—piensa Claudio, pero luego dándole vuelta al asunto, cae en la sospecha que hay más de un micrófono, pues, sólo así cabe la presunción que conozcan cada uno de sus movimientos, de lo contrario cómo podría él tipo que persigue a Albert saber que el saldría a la farmacia, cómo podría haberse enterado que veníamos para acá, cómo no saber del paradero del todos, si nosotros mismos somos quienes le retransmitimos todo.
—Buenas tardes, me indican que Ud. me estaba buscando, —dice a sus espaldas una mujer de baja estatura, llamando la atención del ensimismado Clemente.
—¡Oh!, ...sssSi, disculpe, estuve distraído, —comenta Clemente extendiéndole la mano por reflejo a la enfermera. Mi nombre es Clemente, no sé si me recuerde estuve internado aquí hasta hace unos días junto a mi compañero, verá, tengo necesidad de localizar a su amiga la señorita Lucero.
—¿Cómo le va Clemente?, Lo recuerdo, yo fui quien asistió al doctor que lo operó y extrajo las balas de su cuerpo, la verdad, es Ud. un hombre muy fuerte, Clemente. Otro no hubiera sobrevivido una operación así, y lo recuerdo porque a Ud. la anestesia no le cogió y tuvieron que hacerle el corte prácticamente despierto.
—No me lo recuerde Señorita, que ya de por si le tengo fobia a los doctores y ahora se extendió a los bisturís. Y dígame, como puedo contactar a la señorita Lucero. Realmente es para una pareja amiga.
—Y podría Ud. decirme ¿para que su pareja amiga necesita a Lucero?.
—Mire, para hacerlo corto, ¿Ud. recuerda al hombre que se quedó a mi cuidado esas tres noches que estuve internado aquí? —Pregunta Clemente.
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ÁNGEL O DEMONIO
Short Story¡Alguna vez te has sentido sólo? y te han dado ganas de gritar: "Give me love". A Silvio le pasó el día que conoció a Lucero. Él nunca se puso a buscar el amor, incluso llegó a pensar que eso no era para él. sólo le interesaba tener amigas con dere...