—Rebusco entre las montañas y montañas de objetos esparcidos por el suelo de mi dormitorio. ¿Voy a llegar tarde?. ¡Ni de coña! ayer jueves fui el primero en pisar la oficina y casi todo el trimestre, como de costumbre, soy quien abro oficinas. Desde que mi bro anda perdido tras los ojos y lo que le sigue de una mujercita, jamás ha vuelto a ganarme, cómo que el amor es un mal precedente a esto de ser cumplidor en el trabajo. Y bueno; yo lo soy en todo el sentido de la palabra. Y no por haberme amanecido con esa rubia que me levanté ayer, voy a llegar tarde. ¡Ni hablar!
Un día genial exige un hombre genial, y éste es nada menos que Silvio Prescot, el hombre por el que muchas mujeres suspiran, el abogado y mejor amigo de Albert Contreras, dispuesto a todo por cuidar a la familia pero también dispuesto si algún par de piernas bien torneadas se le cruzan al frente.
—Buenos días Bertha, buenos días Leyla, ¡wow! ¡Dichosos los ojos de quien las mira! No sé que se hicieron pero hoy amanecieron radiantes ¡y ese aroma de perfume me atrae!, ¡¡buena decisión chicas!!, así pueden levantarse a todos los que pasen frente a ustedes. ¡¡Y Leyla!! ...Ese escote está divino, yo quiero uno así.
—...
—Bueno chicas hermosas, van a tener que prescindir de mi presencia porque hay mucho que hacer, y no olviden mi café, lo quiero bien negro, sin azúcar y pídanme un par de deliciosas porciones de pie de limón de la cafetería del frente. Esa morenota sabe cómo conquistar mi apetito.
—Antes que se aparezca don intenso Contreras pásenme todos los detalles que debemos firmar ambos, así se los hacen llegar con sólo el faltante de su firma. Y ahorramos tiempo. Bertha necesito tres de los expedientes del juicio de Louis Anglas, por favor. Ésos de los patrimonios y el otro de las requisitorias, ayer lo estaba revisando pero Albert me los arrebató de las manos. ¿Me haces el favor? Toma esta llave, abre su oficina; y cómo sé que es cuadriculado mete la mano en su cajón izquierdo y lo extraes, cierras bien y no dejes rastro. Yo mismo se lo devolveré para que no encuentre tus huellas dactilares.
—Esta bien doctor enseguida le traigo los documentos.
¡Bien Berthita! No sé qué haría sin ti. —Expresa Silvio sacándose el saco y colocándolo en el respaldar de su silla.
—Por cierto Doctor, hace un instante llegó la señorita Vanesa, la secretaria del abogado defensor del caso que sigue el doctor Contreras y me preguntó si Ud. la podía atender, porque el doctor Contreras no se ha aparecido aún. Raro en él. —Comenta Bertha cogida de la puerta y atenta a las palabras de Silvio.
—No hay problema Bertha, hazla pasar y tráele un café o un agua o no sé que acostumbre tomar, de eso te encargas tu. Yo veré qué es lo que busca la señora o señorita esa.
toc toc toc...
—Adelante...
—¿Señor, Prescott?. —Dice la chica mirando nerviosa hacia todos lados evadiendo la mirada inquisitiva y nada discreta de Silvio.
—Así es señorita ése que viste y calza soy yo, ¿Y usted quién es?. —Comenta Silvio sin apartar la mirada de ese escote que está a punto de reventar. Extendiendo su mano hacia la chica, pero no consigue que su brazo la estreche como hubiese querido.
—Mi nombre es Vanesa. Es un placer —le susurra al oído—. Con lo cual sólo sirve para hacer notar a Silvio que la mujerzuela ha sido enviada como distractor. E inmediatamente Silvio cambia su modo de mirarla pues ante todo es un profesional que no mezcla el trabajo y el placer.

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ÁNGEL O DEMONIO
Short Story¡Alguna vez te has sentido sólo? y te han dado ganas de gritar: "Give me love". A Silvio le pasó el día que conoció a Lucero. Él nunca se puso a buscar el amor, incluso llegó a pensar que eso no era para él. sólo le interesaba tener amigas con dere...