—Es increíble cómo es que estos chicos le permiten a las copas adueñarse de ellos mismos. No hay nada mejor que mi gran poder de voluntad y mi fortaleza. —Comentaba Marcelo volteando con una amplia sonrisa hacia Silvio, extendido con la cabeza de lado y uno de sus brazos caídos hacia el piso en posición de haber dejado caer un vaso a medio derramar sobre el suelo. Y con la camisa abierta y la corbata atada en la frente.
Y soltando una estruendosa carcajada movió varias veces a Silvio hasta despertarlo.
—¿Silvio has visto a Albert?
—Mmm... am ¡eh! ¿Silvio?, digo ¿Albert?, ...mmm no sé wei.
—Llevo un rato despierto, me duche y les hice desayuno, pero desde que me levanté no lo ví. Supuse inicialmente que se había ido un momento al baño, y simplemente cogí el baño de abajo de su habitación, y allí tampoco estaba. Incluso esta ropa que traigo puesta es suya, la tomé de su vestidor. ¿Que extraño?. ¿Se habrá ido a trabajar ya?. ¡Pero sin su auto! ¡raro, rarísimo!
—Es muy posible, con lo jodido que es él ya ha de estar en el bufete jodiendole la vida a la pobre de su secretaria. La verdad es que me da pena la pobre mujer, cada que llega lo observa con cara de miedo.
—¡Pobre! no se como le aguantan tanto, será mi amigo pero es un hijo de puta cuando se mete a ese bufete. Francamente en este preciso momento me da vergüenza ser su amigo. ¡Qué hombre para tan intenso!
—Tu lo has dicho, Marcelo, Albert es un hijo de puta que ya ha de estar por marcar mi celular. ¿Viste donde lo dejé? ¡No está mi celular!
—A lo mejor lo dejaste en tu auto. ¿Allí no lo tienes cargando a veces?
—Cierto, creo que lo dejé ahí. jajajajajajajaja.
—No le veo el chiste a ello.
—¡Yo sí!, ¿Te digo algo? A esta hora Albert debe de estar odiandome y tener ideas de cómo estrangular mi hermoso cuellito, y sólo por no contestar el maldito teléfono. —decía Silvio haciendo un infantil puchero.
—jajajajajajajaja Ya mueve ese trasero y baja a desayunar que yo también debo ir a trabajar. Y mira son casi las 11 y media y yo aún estoy aquí.
—Esta bien papi. —Decía Silvio risueño mientras se dirigía a una de las habitaciones para tomar una ducha.
—¡hey! ¿A dónde crees que vas?
—Pues a ducharme, a donde más —argumentaba Silvio bostezando.
—Es mejor que te duches abajo, en el cuarto de Albert tienes ropa limpia, no pensarás subir a mi camioneta oliendo a licor. Mi camioneta tiene asientos muy sensibles, así es que debes de considerar eliminar ese olor a ajjjj.
—¿Cómo?, pero si yo tengo mi fragancia natural, para nada que estoy oliendo a ebrio de mala muerte.
—Ya apúrate que me urge irme.
—¿Ya ves? y ¡después dices que deje mi auto!, ¡que yo te llevo! ... Conste que sólo lo dejé para complacerte, tu querías disfrutar de mi agradable presencia... así que no te hagas. ¡Me adoras!.
—¡Ya!, ¡ya!, no seas quejoso, y apúrate. Y para que veas que soy un buen amigo, mientras te duchas, te envuelvo el desayuno para que desayunes en mi auto mientras llegamos.
—okey okey. Entonces me baño y me talqueo bien las que me adornan.
Algunos minutos después ambos amigos llegaron en medio de grandes risotadas a "Aromas Peruanos". Silvio se subió a su auto y se fue a toda prisa al bufete. Al ingresar saludo a su secretaria. Allí se extrañó que Albert no se encontrara en su oficina, así es que salió nuevamente a toda prisa de regreso hacia "Aromas Peruanos", en busca de noticias de su amigo, pues lo había estado llamando toda la media tarde y Albert no le contestaba el teléfono. Al retornar sube a la oficina de Marcello.
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ÁNGEL O DEMONIO
Nouvelles¡Alguna vez te has sentido sólo? y te han dado ganas de gritar: "Give me love". A Silvio le pasó el día que conoció a Lucero. Él nunca se puso a buscar el amor, incluso llegó a pensar que eso no era para él. sólo le interesaba tener amigas con dere...