Capítulo 8

73 16 3
                                    

     Mientras se bañaba y se cepillaba iba pensando en cada detalle de la sencilla mujer, que pese a su belleza no recurría a trapos ni a ninguna coquetería para tratar de ganar atención alguna. Ellen era sencillamente femenina por donde la mirase, muy a pesar de sus ropas sencillas. Podía distinguirse perfectamente, muy a pesar de sus sueltas prendas, un cuerpo sencillamente armonioso y perfecto. —Tranquilamente pudo haberse entregado a Marcelo, aprovechándose de su belleza o aprovecharse del mismo Ernesto para obtener de el viejo favores —. Pensó. Pero él pudo corroborar la sencillez de su pieza chamuscada y de la cómoda y algo lujosa casita de Ernesto pese a la ubicación precaria del lugar que ocupaba. Claramente en Ellen se podía ver en todo momento un cariño verdadero por el anciano. Un cariño auténtico, que bien podría darse entre un padre y su hija. 

     Después que Ellen, la hermosa trabajadora de Marcelo, despertara de pasar una noche terrible, sentada en una silla. Tanto Silvio como Marcelo le dieron la noticia que Ernesto había sido llevado por una ambulancia a un hospital central, pero en el transcurso había fallecido. Así es que se pasaron una mañana y parte de la tarde confortando a la inconsolable muchacha.

     —Silvio ve y prepara los documentos para hacer lo que se procede en estos casos. —Ordenó Marcelo sin muchos titubeos, al considerar necesario ayudar a darle cristiana sepultura al anciano y tratar de ordenar los documentos de la herencia que le correspondía a Ellen. Sin involucrar a la muchacha de todo, por no encontrarse apta para afrontar lo que se venía.

     Silvio le tomó enseguida a Ellen cierta conmisceración por verla tan indefensa, pero sobre todo, pudo darse cuenta que la muchacha era única. Tenía a leguas un corazón noble y una inocencia como esas que ya no suelen verse. Además de su sencillez. Pues pese a ser hermosa como muy pocas no tenía esa malicia que algunas mujeres suelen usar para hacer uso de ella para beneficio suyo.

...

     —Leyla sabes algo del doctor Prescott. Ayer no vino a trabajar desde la media mañana y no se reportó ni siquiera en la tarde, y mira hoy aún no ha venido ni ha llamado. —Decía Bertha con curiosidad.

     —Ni idea amiga. Además con mi jefe ya tengo suficiente. Aun estoy tratando de descifrar, que fue todo lo que me dijo. —Dice quejándose Leyla de la caprichosa forma de ser de Albert.

     —Ése hoy ha venido muy contento, seguro tiene al doctor Prescott amarrado a su cama recuperándose. Dicen que Prescott es muy bueno haciéndolo, hay muchas chicas de aquí que ya lo probaron. Incluso ha estado enredado con algunas del café del frente... —Afirmaba Bertha.

     —¡Shhh! Te pueden oír Bertha. —Decía Leyla— Además no nos consta que el doctor sea gay como para que afirmes que tiene sus amoríos con mi jefe.

     —Que tal si ya lo sabe el doctor Contreras, ya se enteró que le ha estado poniendo los cuernos, Contreras será un papazote pero Prescott es bisexual y por muy buen amante que sea Contreras jamás podría apagar el fuego del doctor Prescott. —Decía Bertha casi susurrando, para que el resto no las escuchara cuchichear.

     Mientras tanto Silvio habiendo mandado a rehabilitar el penthause doble del edificio y el piso inferior de la ya actual nueva propiedad de Ellen Borgoña por sucesión de Ernesto, se tomó la molestia de adquirir para ella una bicicleta en color rosa y un closet lleno de ropa femenina. Y combinaciones en las tallas de Ellen que amablemente Marcelo accedió a darle husmeando las maletas de Ellen, mientras ella trabajaba en la sección de lavandería esa semana. Ya casi la casa estaba totalmente lista para habitar, incluso mandó pedir por delivery algunos alimentos y frutas frescas para llenar la refrigeradora, pues con la tristeza que se cargaba no tendría cabeza para ello. Según se lo ordenó Marcelo.

ÁNGEL O DEMONIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora