Capítulo 18

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     —¿Aló?

     —¡Ah! eres tú ¿Dime qué quieres saber?

     —¡No te preocupes mucho, estos muchachones están bien tratados aquí, en media hora o menos estaremos llegando a casa. Estamos con hambre, sé que no es tu responsabilidad pero puedes decirle a esa mujer que contrastaste que nos tenga algo suculento, sobre todo algo como para un tío tan lindo como yo. Necesito mantener este cuerpecito nutrido y bien cuidado.

     —No creo, tener problemas con eso Silvio ¿Me pasas con Albert?

     —Sólo es cosa de hacer algo sencillo como para calmar el hambre que traemos de todo el día.


     —¿Sencillo? No 'mijita' ya te había dicho que eso prepáralo para tu semental, para el tío 'buenon' y hermoso como siempre sólo lo mejor. 

     Dos horas más tarde después de la curación de las heridas regresaron al pent house de Albert, cuidándose de no ser seguidos por nadie. Y mientras que Albert se duchaba y cambiaba, Silvio y Marcelo se quedaron con los niños. Hasta que Albert regresó a ver a sus hijos bañado y cambiado... 


     —¿Qué les hiciste a mis hijos? Por qué ya no lloran. —Preguntaba intrigado Albert.

     —Elemental bombón, ellos saben que ya estoy aquí, ¡me adoran! saben que soy el tío increíblemente más sexi y guapo del universo entero. ¿cierto chicos?—decía Silvio girando en un pie con los brazos abiertos acercándose a Lorena, para elevarla alegremente en sus brazos; mientras silbaba una canción de cuna. Luego procedió a hacer volar a la niña alrededor de las cunas de sus hermanos, haciendo voces.


     —No te conocía esta faceta, ahora resulta que mis hijos te hacen más caso a ti que a mí, habrase visto, dios los cría y el diablo los junta.—decía Albert ceñudo.


             —¿Viste, Lorenita? Tu padre es un hombre arrugado y feo, no se compara a mi rostro angelical y bello. ¿Verdad ricurita?, menos mal que te pareces a tu mami.


     —Bien muchachos aquí llegaron las mamilas, esta rosa es de Lorena, la verde de Henry y la celeste de William, ahora sí donde está mi ahijadito Henry —decía Marcelo confundido, al ver a los dos niños con la misma ropa puesta.


     —Jajajajajaja, el padrino y no sabe quién es el ahijado, —Comentaba burlonamente Silvio.


     —Mira Marcelo, Henry tiene siempre el ceño fruncido y se chupa un dedito a diferencia de William que no lo hace, él es el más movido y siempre está pataleando con sus piernitas decía Albert.


     —Nada de eso huevo frito, William tiene un lunar en una oreja, ¡mira!, en cambio Henry tiene el mismo lunar en su muñeca ¡Mira!—Comentaba Silvio resuelto.


     —¿Quién te dijo de eso?, comentó Albert bien serio.


     —Nadie, pero el día que nacieron observé el lunar de la oreja del niño que Ellen llamaba William, luego cuando alcé a Henry le vi el lunar en su muñeca. Como verás soy el mejor tío del universo. —comentaba risueño Silvio elevando presuntuosamente las cejas.

ÁNGEL O DEMONIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora