A la mañana siguiente, después del reencuentro que tuvieron los tres amigos en medio de tragos y risas sin parar que no se hicieron faltar. Silvio y Albert yacían en medio de la sala dormidos y completamente ebrios.
—¡Albert! —Gritó Marcelo mientras se acercaba al mueble para despertar a su desparramado amigo que yacía con parte de su cuerpo en el suelo y parte sobre el mueble, con la cabeza colgando hacia un lado.
—¡Albert!, ¡Albert!, jajajajajaja... —éste está más en otra vida que en ésta, se decía Marcelo mientras se agachaba para levantar parte del enorme cuerpo de Albert y subirlo al pequeño mueble.
—¡Silvio!, ¡Silvio!, —por lo visto estos pichones están fuera de servicio. Sonreía Marcelo levantando los vasos y botellas de la pequeña mesita de centro. Y tratando de acomodar a Silvio que dormía graciosamente en posición fetal abrazado una botella que había derramado parte de su contenido sobre su pecho. Y con el pulgar de su mano derecha en su boca cual bebé con su chupón.
Instantes después Marcelo, recogió y tiró botellas, residuos de licor y descartables en el tacho, subió a la habitación de Silvio cogió dos cobertores y con ellos cubrió el cuerpo de sus dos amigos. Buscó analgésicos en el baño, un papel y una hoja para dejar una nota. Bajó a la cocina del duplex y preparó dos jugos de tomate, cubrió los dos vasos con platitos y dejó una nota escrita con letras grandes en la puerta del baño. Y salió del departamento muy temprano rumbo a Aromas Peruanos.
La mañana estaba bastante gris, típico de un cielo limeño, con aire fresco y bastante húmedo en las primeras horas y con algún que otro brillo solar amenazando irrumpir el cielo desde muy tempranas horas.
Leticia se había despertado desde temprano para llamar a Silvio y conversar con él pero al notar que Silvio traía el teléfono apagado desde el día anterior, no se le ocurrió mejor cosa que ir a buscarlo a su departamento. En la oficina le dijeron que ninguno de los dos socios se había aparecido a trabajar. Cosa poco usual en ellos, pues siempre solían ser de los primeros en aparecer por las oficinas. En tanto y como era de esperarse; en el bufete, Bertha, había iniciado la bola que a lo mejor tuvieron un accidente o que les sucedió algo terrible a alguno de los dos, porque donde estaba uno estaba el otro.
Entonces Leticia sin dudar mucho subió a su auto y condujo con dirección al departamento de Silvio, se estacionó en el estacionamiento habitual y se extrañó no ver el auto de Silvio como se suponía debía de estar. Algo pensativa y con dudas bajó de su auto y caminó hacia el departamento. Ya eran casi las 12 del medio día, hora inusual para que Silvio se encontrara en casa... ella iba pensando que tal vez sería un error buscarlo en casa pero siguió subiendo... Llegó al interior 45B, tocó la puerta una y otra vez, y ya casi convencida que no habría nadie allí, la puerta se abrió, tras ella un Silvio en boxer abría la puerta con el cabello revuelto, y tras él un Albert desnudo envuelto en una toalla recién bañado la miraban sorprendidos.
Mientras Leticia, con los ojos más grandes que podía abrir miraba atónita la más pura y terrible verdad, esos dos habían pasado una tórrida noche y parte de la mañana entre apapachos y arrumacos. Importándoles un carajo ir a trabajar, porque el deseo y la pasión les ganó. —Así pensó Leticia.
Si antes tenía dudas, ahora ya nada podía evitar que se diga que eran gays. Las imágenes hablaban por sí solas. Ahora ya todo era irremediablemente imposible para Leticia, pues si su amado Albert se entregaba a Silvio significaba que realmente él jamás pensaría en una relación con una mujer, dadas sus características y su afición por los hombres. Ahora todo estaba claro.
Leticia sintió que las piernas le temblaban y el corazón empezaba a desmoronarse pedacito a pedacito, trato de disimular y no derramar esa lágrima que luchaba por salir en demanda de reclamo por un amor perdido. Pues ella no podía competir con el sexi y bello Silvio. Era la primera vez que ella podía ver a ambos semi desnudos, realmente estaba ante dos dioses perfectamente esculpidos, hermosos, varoniles...
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ÁNGEL O DEMONIO
Short Story¡Alguna vez te has sentido sólo? y te han dado ganas de gritar: "Give me love". A Silvio le pasó el día que conoció a Lucero. Él nunca se puso a buscar el amor, incluso llegó a pensar que eso no era para él. sólo le interesaba tener amigas con dere...