CAPITULO 7

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S E P T I E M B R E

Bueno, las vacaciones habían pasado muy rápido para el gusto de Poché, sentía que los dos meses se le fueron volando. Hace varias  semanas desde su cumpleaños y se encontraba otra vez desayunando, ahora con quince años, dispuesta a ir a su segundo año en la secundaria. Lo había pasado fenomenal, sus amigas y los primos de Kim la habían mantenido distraída todos los días, conversaba hasta tarde con las tres chicas vía Skype. De alguna manera Juliana era una de sus amigas cercanas y más ahora que asistirían juntas a la escuela. Su hermano, Johann, era un galán y siempre parecía amable con todo el mundo. 

Lo único desgraciado en todos esos días fue una persona que no salía de sus pensamientos: Daniela Calle, La chica, que por cierto, Poché odiaba y le estaba haciendo la vida imposible. Todos los días recordaba sus ojo, había logrado dejar de escucharla o pensar en su risa pero lo único que su mente no podía olvidar, eran sus malditos ojos. Ahora, pensar que hoy la volvería a ver, le revolvía el estómago de una forma impensable, se sentía nerviosa y a la vez ridícula por sentir nervios.

Aunque vivieran en la misma ciudad, nunca se la encontró y todo eso debido a que se enteró de que se fue a un viaje fuera del país, pero ya volverían al instituto y sea cómo sea, allí desgraciadamente estarían cara a cara.

-¡Ahg, enserio, que horror!- dijo hundiendo el rostro entre las manos y su madre, Martha, la miró divertida. 

-¿Sigues atormentada por esa niña, cariño?- claro, durante todo el año Poché le había hablado sobre las chicas que la fastidiaban, diciendo que no era tan grave como para acusarlas y restándole importancia.

 -Por qué se preocupa tanto por una chica?- preguntó Juan Carlos, cómo siempre él no entendía la situación. 

-Porque esa niña lleva haciéndome imposible la vida- dijo dándole un mordisco a su emparedado, sentía la mantequilla de maní en el paladar. 

-Por eso no quiero verla.-

-Parece todo lo contrario, cariño. Has estado muy ansiosa estos días- le guiñó un ojo y Poché se ruborizó. 

-¡Mamá!- la regañó, escuchando su risa. 

Después de un rato salió directo a la escuela, vestía al igual que toda la vida: camiseta de tiras, una chaqueta negra y uno Jean desgastado, en conjunto con sus zapatillas converse.

 Al llegar, a la primera que encontró hablando en el aparcamiento fue a Kim. Conversaba alegremente con sus amigos de la infancia y al acercarse, todos la saludaron con ánimos. Juliana se echó a los brazos de Poché y se colgó de ella, todos comenzaron a reír. 

-Juli, déjame respirar! Si nos vimos ayer- reclamó, divertida, cuando la castaña se separó y le guiñó un ojo. 

Siguieron conversando hasta que llegó Lala, parecía muy feliz y los saludó a todos con la dulzura que la caracterizaba. Después de un rato escucharon el chirrido de unos neumáticos y apareció un convertible azul cerca de ellos, todo el mundo observaba la escena. Como si fuese una película, de el comenzaron a bajar los que conformaban al grupito. 

Paula y una chica llamada Mariana Camacho, conversaban animosamente entre ellas y no lucían igual que el año anterior. Ya al cumplir los quince años era cuando las chicas comenzaban a madurar, claramente lo habían hecho ya que vestían con un jeans de mezclilla y unas blusas que dejaba al descubierto el abdomen. Incluso se podría decir que tenían maquillaje. Brad y Samuel eran otra historia, vestían con unas  camisas holgadas de ultima marca y chaquetas de cuero. Samuel fue hasta la puerta y le abrió a una castaña. Esa era claramente Daniela Calle, la que Poché conocía del año pasado era pequeña frente a esta. Estaba radiante y el sol de la playa le había dejado un hermoso bronceado. Vestía una falda negra junto con una camisa rosada de tiras que dejaba ver un poco de su estómago y una chaqueta, muy grande para que fuera de ella. 

RIVALES | CACHÉ ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora