CAPITULO 13

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Una semana después y se encontraba sentada en una de las mesitas de madera que había en la feria. Sus amigas habían ido por algodón de azúcar y Poché se había quedado a cuidar el puesto. El parque de diversiones era magnifico. Todas parecían estar pasándolo bien, a excepción de Poché, que llevaba todos estos últimos días deprimida.

Aun recordaba el rostro de Daniela, tan roto y en verdad parecía muy golpeada por las palabras que le había dicho Poché. La ojiverde se arrepentía mucho.

Lo peor de todo es que después de aquella pelea se había encontrado con la castaña. Al igual que otra veces, la había fastidiado con sus amigas, sólo que había algo diferente. Cuando la estaba insultando, no tuvo ni una vez la oportunidad observar sus ojos fijamente, Daniela siempre parecía evitarlos o de alguna manera la insultaba desde lejos, sin querer acercarse.

Ya comenzaba a desesperarse, porque Poché quería ver ese color avellana que le quitaba el aliento. Se sentía cómo una necesidad, una ridícula y patética necesidad de ver sus ojos para poder estar en calma consigo misma. No había ayudado en nada el nuevo pensamiento acerca de la castaña: querer besarla (Sofocada a la niña)

La quería besar y eso la asustaba, era otra necesidad que le hacía temblar de pies a cabeza cada vez que la veía. 

Observaba el rostro de Daniela y sin poder evitarlo los ojos se le iban a su boca, tenía los labios más hermosos del mundo y Poché solamente tenía unas desesperantes ganas de morderlos y besarla hasta que le dolieran sus propios labios.

Suspiró ¿Qué leches le estaba sucediendo? No creía que fuera muy normal, el soñar todos los días con la misma chica y desear besarla. Más si no era su amiga, más bien lo contrario. Era la chica que le hacia la vida imposible y allí estaba Poché, suspirando por la castaña (¡Masoquista!)

Cada vez... cada vez más las palabras de Poché hacían eco en su mente "¿No será que estás enamorada de mi?" Y en verdad, Poché intentaba convencerse de que no era así, imposible. No, era una locura.

-¿Poch, estás bien?- preguntó Lala, acercándose a su amiga.

Llevaba una gorrita de oso en la cabeza, que había ganado en unos juegos.

-Si, claro- mintió bien mal, sabia con antelación que si le contaba a sus amigas respecto a su problema, ellas comenzarían a delirar.

-¿Quieren ir a las tazas giratorias?- preguntó Juli al llegar, habían rastros de azúcar en sus labios.

-¡Será divertido, vamos!- animó Lala, jalando a Poché y a Kim de las manos, hasta llegar a la atracción y se montarse en ella.

Estaban bajándose de los carritos cuando vieron a lo lejos al grupito del salón, parecía la realidad despotricara sobre la suerte de Poché. Todo le salía mal, y para joder más las cosas allí estaba Daniela, igual de hermosa que siempre. 

Llevaba un vestido negro y un gancho en su cabello, reía mientras iba de la mano con Samuel y entrelazaba su brazo con el de Valeria. Quería besarla, quería besarla, que la tierra se tragara a Samuel. Esa era una gran idea rondando en su cabeza. Soltó un gran suspiro y tomó a Laura de la mano, quería alejarse de ellos a como diera lugar.

-Lala, ¿quieres ir a la montaña rusa?- preguntó con una sonrisa a su amiga, ella parecía feliz.

-¡Claro!- 

-Vamos todas- dijo alegremente Kim y las cuatro de fueron a la atracción, dejando a los otros atrás.

Poché logró respirar tranquila por unos segundos, eso hasta que fueron a comprar palomitas de maíz y casualmente allí estaba Daniela. Tenía que ser una cruel broma de la escritora, ¿no?

RIVALES | CACHÉ ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora