DEJÉMONOS DE CORTESÍAS

Misión imposible 2.0

Mike PoV

Asomé la cabeza con cuidado para mantenerme escondido. La partida había empezado hacía 15 min y ya casi todos los de mi equipo estaban eliminados. West y Dylan estaban en el equipo azul y yo en el rojo. En la partida quedabamos solo 6 jugadores en total, Dylan, West, otros dos chicos en su equipo y otro chico y yo en nuestro equipo. El problema de nuestro equipo durante la partida no había sido que fueramos más novatos, si no que West estaba jugando de una forma despiadada, como si la vida le fuera en ello. No sonreía, simplemente disparaba.  Parecía una máquina, o eso me había dicho el otro chico. Todavía no me había encontrado cara a cara con él y sinceramente no sabía si el revoltijo que sentía en mi estomago eran nervios, emoción o miedo. O quizá era simplemente que me apetecía un burrito.

Pasé una mano por mi frente secando el sudor cuando se oyó un pitido. Miré el marcador y apreté los dientes. Ya solo quedaba yo en mi equipo. Cerré un momento los ojos mentalizándome para entrar en acción. Misión imposible 2.0. No me iba a rendir, eso por supuesto. Caminé en cuclillas ocultandome tras un muro para luego mirar el pasillo asegurandome que estuviera vacío. Me sentía como un ninja. Uno bien sexy y hambriento. Salí corriendo hasta la siguiente esquina y vi a alguien. Uno de los chicos de otro equipo. Rapidamente, apunté y disparé. Esos son los momentos en los que uno agradece las horas pasadas pegado a una pantalla jugando a videojuegos. Disparé varias veces hasta que se oyó un pitido.

~Oh, si baby. Mike está aquí. Temblad bitches~

Después de este triunfo, hice un pequeño baile de la victoria y continué avanzando. Un rato después, conseguí eliminar al otro chico. Hasta el momento no me había encontrado ni con Dyl ni con West y eso me hacía sospechar. Empecé a caminar y me apoyé un momento en la pared para descansar, pero por el rabillo del ojo distinguí un movimiento a mi izquierda. Rápidamente, apunté hacia allí con el arma y caminé muy despacio con todo el cuerpo temblando de la tensión. Entonces, West dobló la esquina. Me vió y antes de que yo pudiera reaccionar, me apuntó con su pistola también haciendo chirriar sus dientes.

~¿Qué coño? Vale... Eso da miedo... Se le va... Parece un jodido toro enfadado. Es como si estuviera en sus días joder~

-¿Tus últimas palabras?- su voz sonaba más grave de lo normal y su pelo revuelto y el brillo de sus ojos contribuian a darle un aspecto un tanto psicopata. Vale, bastante psicopata.

-Eh... West, relajate bro. ¿Qué coño te pasa? Estas muy... Sra Hammers- la Sra. Hammers había sido nuestra malhumorada profesora de Biología en cuarto de la ESO, así que imaginaros como de mala debía ser para que todavía la recordaramos y fuera una de las expresiones que usaramos para decir que alguien estaba de muy mala leche.

-Estoy bien- West hizo una mueca y apretó los dientes. Vi como sus nudillos se ponían blancos de lo fuerte que sujetaba la pistola. No sabía por qué, pero su cara en esos momentos me recordaba a los típicos perros York Shire que siempre estaban gruñendo como poseidos o algo. Decidme que no soy el único que al pasar le gruñen, por favor. Parece que me odian esos jodidos mini demonios.

-No, no estás bien. Soy tu hermano, esto no se me pasa por alto. ¿Qué ocurre West?

-"¿Qué ocurre, West?"- repitió con voz chillona imitandome. Soltó una amarga carcajada y me miró fijamente provocándome un escalofrío. Daba muy mal rollo-. Lo único que ocurre es que no aprecias lo que tienes, subnormal. No te das cuenta de tu suerte. Eres un jodido imbécil desagradecido.

-A mi no me faltes al respeto hijo de mi mamá- le repliqué enfadado. Se estaba pasando. Yo no le había dicho nada, no le había insultado, él no tenía derecho a hacerlo por lo tanto- Primero, te me tranquilizas fiera. Y segundo, no se de que cojones me estás hablando. Si he hecho algo que te ha molestado, no me he dado cuenta, y me gustaría que me explicaras qué he hecho, en este caso.