Capítulo 1

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"Un recuerdo es algo que te caldea el cuerpo por dentro, pero que, al mismo tiempo, te desgarra por dentro con violencia."
-Haruki Murakami

20 de mayo de 2019

—¿A dónde vamos? —golpeo su brazo y comienzo a reír

—No hables, es una sorpresa, y estoy manejando, no quiero que nos matemos antes de llegar —la música es tan alta que tiene que gritar.

Aunque tenga una venda en mis ojos me puedo imaginar una enorme sonrisa en su rostro, como siempre.

—Ya quiero llegar, hay tantas curvas en esta carretera que quiero vomitar —hago una mueca de asco.

—La toda poderosa cirujana que hace operaciones de lo mas asquerosas, ¿tiene asco por unas simples curvas?

—Es diferente, en el quirófano no me vendan los ojos y no me hacen operar sin nada en el estómago —volteo los ojos, aunque se que el no me puede ver

—Se que lo hiciste Alice

—¿Hacer qué? —digo como si no supiera la respuesta

—Eso que siempre haces con los ojos, voltearlos, ¿Te he dicho que parece como si te estuvieras convulsionando cuando lo haces?

—¡Eres un grosero! —pellizco su brazo.

—Auch, eres una pesada —silencio, los dos nos quedamos en absoluto silencio

De la nada Henry comienza a reír, desde que lo conocí su risa me pareció demasiado peculiar. Es como el chillido de un pato combinada con los quejidos de un cerdo y con que pareciese que se está atragantando.

—¿Cómo es que alguien tan hermoso como tu puede tener una risa tan horrible?

—Tu no te quedas atrás, cuando ríes suenas como, mmm, ya sabes, ese sonido que hacen los burros

—¡Oye! Ya no me parece gracioso cuando el que se burla eres tú, y ese sonido que hacen los burros se llama rebuzno —cruzo mis brazos—

—Perdóneme señorita sabelotodo, yo no estudie medicina como tu

—Eso no lo vemos en la carrera, Henry

—Cierto, aún así tú eres más inteligente que yo, eres como la cerebrito de la relación, espero que nuestros hijos saquen eso de ti

Decimos cosas tontas que nos hacen reír todo el camino, pasada media hora, siento como el auto comienza a desacelerar.

—¿Ya llegamos? —digo con un tono de desesperación que se nota de aquí a marte

Henry me dijo que me arreglara muy bien, pero que estuviera bien abrigada, porque a donde iríamos haría mucho frio, y eso hice.

—Ya, ya hemos llegado —siento como aparca el auto, se baja de el y abre la puerta del copiloto—. Ven, dame la mano, te ves muy bien hoy, no quiero que caigas, aunque seria gracioso. —Le doy la mano, bajo del coche y comenzamos a caminar

—Gracioso será cuando me quites esta venda y te pueda soltar un buen golpe en ese lindo rostro —le digo voz dulce—

—Cuanto amor me das Alice, me sorprendes —se acerca y me da un beso en la mejilla—

El deja de caminar y yo hago lo mismo, era cierto lo que decía de la temperatura, hace demasiado frio en este lugar, es como si me hubiera llevado al polo norte.

Nunca he ido, pero me imagino que ha de ser un lugar frio.

—Te voy a quitar la venda, pero abras los ojos hasta que yo te diga ¿de acuerdo?

—De acuerdo, mandón —me quita la venda de los ojos, pero hago lo que me dijo y no abro los ojos

—Listo, ¡ya ábrelos! —grita—

Abro los ojos, la luz me incómoda un poco, pero cuando logro acostumbrarme, veo a Henry delante de unas letras enormes que dicen "¿Te quieres casar conmigo?" con el bosque de fondo.

No logro asimilar lo que estoy viendo, ¿en serio estoy viendo bien? O solo es mi cerebro haciéndome una mala jugada, no, lo dudo.

Las lagrimas comienzan a salir de mis ojos, sin poder controlarlas, corro hacia Henry y lo único que puedo hacer es abrazarlo.

Definitivamente es el amor de mi vida, nunca nadie me había hecho sentir de la forma en la que el lo hace, y no es de la manera cliché de cuando alguien te trata de una forma diferente por un segundo y crees que ya es el amor de tu vida.

Desde que nos conocimos sentí esa conexión, esa que sabes que es especial. El y yo nos podíamos quedar horas hablando sobre cualquier tema tonto sin cansarnos, al igual que podíamos simplemente vernos por horas, y de la misma forma, nunca hartarnos.

Todas esas cosas tan sencillas, pero a la vez con un gran valor, al menos para mí, hicieron que me enamorara perdidamente de él.

Y aunque suene extraño para alguien de mi edad, el ha sido al primer hombre al que le digo te amo. Porque para mí un "te amo" no es algo que se dice a la ligera, solo que, con él, desde el primer momento fue muy sencillo decirlo.

Su voz me saco de mis pensamientos.

—Entonces, ¿eso es un sí, o un no? —dice mientras yo sigo aferrada a el en un abrazo

—Claro que es un si tonto —Henry me abraza aún más fuerte—

—Te amo, en serio, te amo tanto —me vuelve a dar un abrazo, sumergiendo su cabeza en mi hombro, de esta forma, pude sentir las lágrimas que el comienza a soltar, alza su cabeza y me da un beso, esos que el solo sabe darme

—Yo también te amo, como nunca a nadie —respondí—

Y fue ahí, justo en ese momento, con ese abrazo, y con esa sonrisa que tanto me encanta, que me di cuenta que el era todo para mí, era mi mundo, y era lo que yo quería para toda la vida, era la persona con la que quería crecer, tener hijos y llegar hasta viejos, era la persona con la que quería ser feliz para siempre.

Lo amaba, y de eso no tenía ni la más mínima duda. 

El vacío que dejaste en miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora