capítulo siete

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Rin se había quedado despierta hasta tarde, conversando con el señor Jaken y esperando a que Sesshomaru viniera a verla. Para ella era lógico que él fuera a visitarla, sobre todo, considerando que el pequeño sirviente aún estaba con ella.

-Rin...

-Dígame, señor Jaken.

-Tengo curiosidad: ¿qué vas a hacer con tu vida dentro del palacio? ¿Cuáles son tus sueños?

-Probablemente... servir a la señora Irasue hasta el último día de mi vida- murmuró la joven antes de alzar levemente su hombro-, luego morir, ser enterrada y reencarnar en una vida más feliz porque decidí que seré muy buena en esta vida para eso...

-¿Eso... eso significa que crees que fuiste mala en tu vida pasada, Rin?

-No lo sé... es imposible saberlo...

-Tú nunca haz sido mala, Rin- Sesshomaru había entrado a las dependencias de la joven, pero aún mantenía cierta distancia con la muchacha-. Es imposible que en tu alma exista maldad, así que nunca pienses que tu vida actual fue algún tipo de castigo. Es solo... la forma extraña en que debían suceder las cosas...

La joven asintió una sola vez antes de comenzar a ordenar un poco su cuarto. Tenía las dependencias hechas un desastre, ya que había desordenado un poco su entorno cuando buscaba su uniforme y la horquilla que iba con el mismo.

-¿Por qué está aquí?- preguntó Rin mientras terminaba de guardar su ropa- ¡La fiesta debe ser súper divertida! Aunque nunca he ido a una fiesta y mucho menos a una con demonios, pero creo que usted podría divertirse bastante.

-No me agradan las reuniones- confesó Sesshomaru antes de ofrecerle su mano a la chica. Rin le miró, dudando entre si era conveniente tomar su mano o mantener una prudente distancia-. No te preocupes, mi madre sabe que estoy aquí y si percibe mi rastro, le dirás que vine para que me hicieras una lectura...

La joven asintió antes de sonreír y tomar su mano. La verdad es que le entusiasmaba un poco dar un paseo con él, ya que la noche era estrellada y el jardín tenía una temperatura agradable, además para Rin era la primera vez que daba un paseo con alguien durante la noche.

Sesshomaru aún recordaba la calidez en la mano de Rin. Su pequeña mano seguía siendo suave y sostenerla no parecía extraño, al contrario: sostener la mano de la joven era tan familiar como lo era respirar y ver sus ojos brillantes a la luz de la luna le hacía sentir en calma.

-Esto...¿Quiere que le lea las cartas?- preguntó Rin en un intento por entablar algún tipo de conversación- ¡Puedo decir cosas de usted a raíz de su carta de nacimiento!

-El silencio es agradable- murmuró él mientras avanzaban por el puente a lo que Rin de inmediato se quedó callada-, pero si quieres hablar de tus cartas, no me molesta.

-¡Entonces lo haré!- sentenció la cortesana convencida y muy entusiasmada- ¡Hace mucho tiempo quería decírselo!: su carta es la templanza y ¡es muy buena! Significa que su vida siempre será muy virtuosa y equilibrada... por eso creo que es muy raro que usted y yo compartamos la misma carta de nacimiento: como sabe, mi vida ha tenido muchas etapas tristes, ¡pero estoy segura que ahora tendré momentos solo de alegría! Y supongo que ahí está el equilibrio que dicta la carta...

-¿Qué significa que tú y yo tengamos una misma carta? - este punto a Sesshomaru le causaba mucha curiosidad, aunque también le preocupaba un poco que fuera un mal augurio.

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