Capítulo ocho

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Irasue miró a su hijo con una mirada de total indiferencia. Le había estado escuchando durante todo el tiempo que estuvo hablando, pero no podía creer que la reunión se había terminado para dar paso a una conversación que le resultaba aun más aburrida que un evento social.

-En resumen,- Irasue no pudo evitar alzar levemente una de sus cejas al tiempo que miraba a su único hijo- quieres llevarte a Rin para viajar contigo, pero no lo entiendo... ¿por qué? Hasta donde yo sé, tú no crees en las predicciones del futuro y considerabas que tenerla aquí era innecesario...

- Las predicciones de Rin me han resultado útiles antes- declaró el demonio mirando a su madre a los ojos para que ella no percibiera la pequeña mentira- y ahora necesito que ella me acompañe: planeo encontrar a colmillo de acero como sea y creo, que llevar a Rin conmigo puede ser una gran ventaja.

-Ya veo...- Irasue frunció ligeramente los labios, en un gesto que solo demostraba una aparente indiferencia mientras evaluaba aquella extraña solicitud- el problema es que Rin es mía y necesito de su presencia en el palacio, además tengo que asegurarme la permanencia de su don para el futuro... Ha crecido demasiado rápido y no tardará en volverse vieja...

-¿De qué habla?

-Rin tiene 16 o 17 años y estaba pensando que pronto traeré a alguien de su especie de visita para que ella pueda ser madre- Irasue evaluó el semblante de su hijo, aunque a su juicio no parecía sorprendido ni molesto-; ahora está viva, pero necesito que su habilidad para leer el futuro, no se pierda cuando ella muera.

-¿Ese es su plan? Mantener a Rin y a su descendencia en el palacio... Debí haberlo sospechado cuando decidió que fuera parte de la corte, pero no pensé que fuera capaz de hilar un plan de ese estilo... pensé que la dejaría ir después de un tiempo.

-La madre de Rin ni siquiera le habló de nosotros y no le enseñó nada bueno- se explicó Irasue-, me ha resultado bastante útil tenerla aquí y necesito asegurarme para el futuro, además ella no tendrá que preocuparse por nada: Rin vive rodeada de comodidades y lujos como cualquier otra dama de mi corte...tiene la vida de una verdadera princesa, no puede estar de mejor manera.

-Pero ella quería ir a su aldea- recordó el demonio- y usted no se lo ha permitido: el permanecer aquí tiene un precio para Rin.

-Rin puede irse cuando quiera, pero debe dejar a su primer descendiente aquí: ese es el precio de la deuda que ella tiene conmigo y no aceptaré menos que eso...Si por alguna razón, planeas liberarla o la rapta alguien o la pierdes por ahí, tendré que pedirte que te asegures de que ella quede embarazada y me traigas a su hijo en cuanto nazca. Prometo que si Rin me asegura las lecturas del futuro de aquella forma, la dejaré en paz para siempre.

-Yo no soy su mensajero y tengo cosas más importantes que hacer, que traerle crías humanas, además usted sabe que esa especie no suele abandonar a sus hijos.

-Por eso este es un lazo tan perfecto- señaló Irasue-: Rin siempre permanecerá aquí y es bueno, porque es muy hábil y leal.

Sesshomaru permaneció en silencio sin poder dejar de pensar que debió haberse dado cuenta antes de los planes de su madre: pensándolo con cuidado, se daba cuenta de que las damas de la corte nunca han sido verdaderamente libres, ya que nunca han podido abandonar el palacio, salvo que sus padres o él les dieran dicha instrucción. Lógicamente, con Rin las cosas no iban a ser diferentes...

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