Capítulo nueve

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A medida que Sesshomaru volaba por los aires, el día poco a poco iba llegando a su fin. Se habían tardado más de lo esperado con el equipaje de la joven y con el paseo que ella había querido dar a través de los jardines, pero a pesar de que la noche llevaba un rato de haberse instalado, Rin mantenía sus ojos muy abiertos, ya que se sentía muy emocionada por su primera vez durmiendo fuera del palacio.

Aterrizaron cerca de unas montañas en la que se encontraba el nacimiento de un río. Sesshomaru se dijo que lo mejor, era avanzar siguiendo el curso de éste por algunos días, ya que los humanos necesitan agua para vivir y como Rin, estaba acostumbrada a las comodidades absolutas del palacio, no quería que ella sufriera demasiado durante el viaje.

El demonio decidió acampar en un valle a los pies de la montaña, por lo que rápidamente Jaken comenzó a reunir la leña para armar una fogata.

Rin, por su parte, permanecía sentada sobre el dragón, acariciando el cuello de una de sus cabezas y mirando atentamente el trabajo del diablillo. A ella le habría gustado poder ayudar, pero no tenía mucha idea de los trozos de madera que podían servir y no quería ser un estorbo el primer día, sin embargo, se dijo que iba a aprender poco a poco con el paso del tiempo.

-Rin, ven a comer- la llamó Jaken ubicándose junto al fuego.

-¡Voy!

La joven se bajó de un salto de Ah-Un y se acercó al diablillo que le ofrecía una manzana. Rin suspiró, tal vez debió empacar comida en lugar de ropa, pero ya era demasiado tarde para lamentarse y tendría que acostumbrarse a una dieta más bien frugal.

-Mañana podemos revisar el equipaje- apuntó Jaken mirando a la joven con sus grandes ojos llenos de ilusión-, sé que empaqué comida para ti y que debe haber algo para preparar una sopa.

-¡No se preocupe, señor Jaken! - Rin le miró sonriente antes de tomar la fruta- De todas formas estaba pensando en comer menos, he aumentado un poco de peso por comer tanto arroz y golosinas, así que esta aventura me viene casi como anillo al dedo.

-Rin, no debes pasar hambre- Sesshomaru la miró a los ojos un instante-. Si no hay suficiente comida, Jaken puede acompañarte a buscar más. Lo importante es que te sientas lo más cómoda posible.

-¡Sí! ¡Muchas gracias!

Rin comió su manzana en silencio, contemplando un poco hipnotizada las formas del fuego. Nunca había visto una hoguera y pensó que podría entretenerse durante mucho tiempo mirando el crepitar de las llamas.

No obstante, vio que el señor Jaken ya se había acomodado junto a ella y junto al dragón para dormir un poco. El diablillo roncaba y parecía estar teniendo un sueño agradable, por lo que ella decidió acercar su vela al fuego para encenderla y acurrucarse junto a sus dos compañeros.

Mientras se arropaba a sí misma con su manta, Rin vio a Sesshomaru permanecer de pie junto a un árbol cercano.

-Señor Sesshomaru, ¿usted no duerme?- preguntó Rin incorporándose un poco.

-No.

-¿Por qué no? ¡Si no puede dormir sé que la lavanda es buena! Si quiere, mañana puedo buscar y prepararle un té.

-No duermo, porque no lo necesito.

-Eso tiene mucho sentido...- Rin jamás había visto dormir a nadie en el palacio, pero siempre pensó que dormían a las mismas horas que ella lo hacía y que quizás tenían el sueño muy liviano- De todas formas, le deseo que pase una buena noche ¡Nos vemos mañana!

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