Capítulo once

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Rin se quedó unos segundos con la mirada fija en Sesshomaru. Temía que él se despertara, porque con la nueva certeza a la que había llegado, no quería enfrentarse aún a sus dorados ojos. Sin embargo, su mano aun seguía sobre el pecho del demonio, sintiendo la calidez de su cuerpo y los suaves latidos de su corazón en la palma, como confirmación de que se encontraba vivo.

Ella parpadeó un par de veces para salir de aquel trance hipnótico en el que se encontraba, presa por la belleza del demonio y rápidamente apoyó la cabeza de Sesshomaru sobre su regazo, al tiempo que notaba algunos rasguños en sus brazos en aquellas zonas en que el kimono blanco se encontraba rasgado y que él estaba profundamente sumido en el sueño, ya que ni siquiera sintió cuando ella lo acomodó con toda la calma que era capaz de entregar. Distraídamente, la joven comenzó a acariciar con la suavidad de sus manos, las mejillas y el cabello del demonio, recordando que cuando era pequeña, pensaba que él era similar a los perros y que podría disfrutar del cariño de forma física...Sin embargo, ahora que lo conocía bien, estaba segura de que nunca tendría oportunidad de tocarle de aquella forma de nuevo.

-Ah-Un, ¿Tú crees que debería regresar con la señora Irasue?- preguntó Rin en un susurro, deteniendo por un instante las caricias y mirando al dragón fijamente, a lo que éste negó con una de sus cabezas- ¿Por qué no? ¿Escuchaste lo que dije?: El señor Sesshomaru me gusta un poquito y él se enojó mucho cuando supo que su destino era enamorarse... además, dijo que quería matar a quien es su destino... ¿Te imaginas si soy yo? ¡No gracias! Yo... realmente creo que soy demasiado joven para morir tan pronto y... aprecio mucho su amistad...

La joven volvió a guardar silencio, quizás debería hacer caso a todo el protocolo que rodeaba a las damas de la corte y limitarse a tener con Sesshomaru una relación ubicada en un contexto de trabajo: si él decidía no hablarle, ella no iba a iniciar una conversación; tampoco le iba a ofrecer cantos, danzas o historias a no ser que él solicitara alguna forma de entretención. Aunque le dolía un poco distanciarse aún más de Sesshomaru, Rin sabía que de aquella forma, la atracción que sentía por él no iba a evolucionar hasta convertirse en una emoción más compleja y de la que no tenía una mayor idea.

De pronto, Sesshomaru abrió los ojos y fue instintivo para Rin dedicarle una sonrisa. Ella se sentía aliviada porque él se encontraba bien y porque al fin despertó. Mientras él se incorporaba para sentarse, un tanto avergonzado por haber dormido sobre el regazo de la joven, no pudo evitar pensar que verla al despertar, le hizo sentir algo muy parecido a la felicidad.

Rin, por su parte, recordó la calidez de su pecho y los latidos de su corazón sobre su mano a través de la blanca tela de su ropa y no pudo evitar el rubor en su rostro.

-¿Rin?- Sesshomaru miró a la joven sintiéndose un poco confundido de que se encontrara con él- ¿Qué haces aquí?

-Yo... ¡Yo le encontré señor Sesshomaru! ¡Me alegra mucho que se haya despertado y que... se encuentra bien!

Definitivamente, el corazón de Rin emitía un latido rápido y extasiado y, aunque había tomado una decisión, habían reacciones de su cuerpo que era incapaz de controlar.

Tierna.

Esa era la única palabra con la que Sesshomaru podía definir a la joven Rin en aquel momento: era lo único que llenaba su mente. Su sonrisa, sus ojos, su corazón acelerado, toda ella estaba llena de ternura y, no podía entender por qué su corazón, o algo en su interior, se sintió mejor en cuanto la vio.

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