-¿Y un paseo, Moira? -ella preguntó enérgicamente, después de que los platos del almuerzo habían sido quitados-. Podría comprobar también mi nueva casa. -Ella tratará de escapar -advirtió Derik, terminando lo último de su helado de melocotón. -Lo sé -dijo Moira defensivamente-. No tienes que decírmelo todo, Sr. Hombre Perfecto. -Tráemela una vez que la hayas encontrado nuevamente -dijo Michael por causalidad, pero sus ojos brillaban de un modo que a Jeannie no le gustó. -¡Hola! -ella gritó-. ¡Estoy todavía en el cuarto, aquí! ¿Puedes tener esta conversación dónde yo no pueda oírte? Moira se rió tontamente, y extendió una mano. Sorprendida, Jeannie la tomó. -Vamos -dijo ella-. Comenzaremos con los jardines. Si me aporrea la cabeza para escaparse, intenta no echarme a perder el pelo. -Por Dios -ella refunfuñó, pero obedientemente siguió a Moira hacia la puerta. Ella había decidido, de hecho, escaparse al día siguiente o mejor antes de la luna llena. Apartando los favores de Michael, no tenía ninguna intención de compartir una casa, a pesar de ser lujosa, con veinte personas compartiendo la misma ilusión. Y no planeaba estar en el mismo estado con Wyndham cuando él pasara por eso otra vez. No tenía miedo de ser forzada, tanto como forzada al placer. Sus mejillas ardían con humillación cada vez que recordaba como él la había hecho gritar de éxtasis. De un salto estuvo de vuelta en el ascensor caliente, oscuro, Michael introduciendo su pene entre sus muslos, sus dedos ahondando en su piel, mudamente impulsando más, más... Ella se sacudió, y se concentró en el paseo. Ahora no era tiempo de fantasear. Ahora era el momento para trazar, planear y evitar finalmente estas locuras. En la rosaleda, Moira dijo en voz baja: -No la culpamos. Por estar disgustada, quiero decir. Debe haber sido... - Ella se aquietó, luego preguntó tímidamente-, ¿fue muy horrible? -¿¡Eh!? ¿Quieres decir estar atrapada en el ascensor con tu jefe? Bien, las luces se apagaron, así que no podíamos leer Glamour... -Eres muy amable al tomarte esto en broma, pero... No puedo imaginar como debe haber sido para usted, una humana pura e incrédula, además. Rasgándole la ropa, arañandola y mordiéndola, y ser forzada a arrodillarse y tomada sin mucha «delicadeza»... Supongo que tuvo que ver a un doctor. -Ella se veía como si fuera a echarse a llorar-. Supongo que ladesgarró y... y no me extraña que le odie. A nosotros. -Uh... sí. Sí, fue un tormento interminable. ¿Quién construyó eso ahí? Cuando Moira obedientemente le mostró el cobertizo del jardinero, la mente de Jeannie giró. Lo que Moira imaginaba no había sido en absoluto lo que pasó. Michael había tratado de calmarla, darle placer, asegurándose que ella estaba lista para él. Él había tenido tanto control, al menos. ¿Qué pensaría sinceramente Moira si le dijera que había sido la experiencia sexual más emocionante, agradable de su vida? ¿Qué significaba eso, que él había estado casi fuera de control, pero sintió el bastante cariño para hacer todo lo posible para no dañarla, incluso darle placer? De un salto, estuvo de vuelta en el ascensor caliente, oscuro... Jeannie apartó el pensamiento con una firmeza que no sintió. -No puede dejar las tierras -decía Moira causalmente-, hasta que matemos a Gerald. Pero después de eso, debería ser posible. -¿Qué? -Ella casi se cayó en un alto arbusto-. ¿Ahora hablas de matar a alguien y así puedo marcharme? -¿No le explicó nuestro líder sobre Gerald? -Francamente, tiendo a aplacarlo cuando él balbucea sobre todos los buenos motivos suyos para violar la ley en lo que a mí concierne. -Su ley -indicó Moira tranquilamente-, no la nuestra. Jeannie vio su aliento elevarse tan gris que era casi de plata. -Bien, picaré. ¿Cuál es tu ley? -Seguridad de los compañeros y niños primero, sobre y antes que todo lo demás. Michael tiene que mantenerla segura. Como él sabe que es correcto, y porque debe poner un ejemplo. ¿Cómo podría el resto de nosotros seguir a alguien que no puede proteger ni siquiera a su propia compañera? -No soy su compañera -dijo ella bruscamente. -Sí -Moira dijo simplemente-, lo eres. Jeannie se exasperó lentamente por eso durante los cinco minutos que les tomó andar de la rosaleda a la playa. -¿Cómo entra Gerald en todo esto? -preguntó por fin. -Él es nuestro enemigo. Él fue un traidor hace cinco años. Su compañera le daba niñas y él quiso un heredero, alguien que pudiese entrenar para desafiar al líder de la manada. Él es demasiado cobarde para intentar un desafío él mismo; quiso que un hijo hiciera el trabajo sucio. -Moira mona, y delicada escupió en la arena para expresar su repugnancia.
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Prisionera del amor
De TodoAtrapada en un ascensor, Jeannie Lawrence no estaba dispuesta a experimentar el placer a manos de Michael Wyndham. Nunca esperó que ese hombre diabólicamente apuesto volviera a aparecer en su vida, ¡o que resultara ser un hombre lobo! ¿Aceptará ella...