Consciente de que tenía que darse prisa -quién sabía cuantos coches, helicópteros, o cuantos Wyndham, tenía a su disposición- frenó en seco delante de la Comisaría Barnstable Sprinting, e irrumpió dentro gritando. -¡Socorro, he sido secuestrada por un grupo de locos que creen que son hombres lobo! Las tres personas que había en la sala -el sargento detrás del escritorio, un agente fuera de servicio y un detective vestido de civil- se dieron la vuelta para mirarla. -Una ciudad tranquila -masculló Jeannie, manteniendo un oído alerta ante posibles ruidos de persecución. -Lo tomaré yo -dijo el detective. Era un hombre grande, la superaba en unos buenos diez centímetros, de cabello castaño-terroso, con los ojos del mismo color y unos puños del tamaño de bolos. Le indicó que se dirigiera hacia una puerta situada al final del pasillo. -Vamos dulzura. Cuéntame todo sobre ese lobo grande y malo. -Hombre lobo -le corrigió, caminando por el pasillo. Ante su afirmación, empujó la puerta y se encontró en el exterior, en un pequeño callejón. Sorprendida, se dio la vuelta... y chocó contra el pecho del detective. Al golpearle, la alejó de un empujón. -Apestas a Wyndham. Debes ser su nueva puta -gruñó, inspirando bruscamente cerca de su oído. Ella se retiró aterrorizada. Pasó la lengua por sus gruesos labios; tenía el aspecto de ser la criatura más mala que había visto en su vida. -¿Y es su pequeño chiquillo el que huelo en ti? -¿Eres Gerald? -preguntó con un hilo de voz. -Lo era. Ahora voy a ser el padrastro del nuevo líder de la jauría -Su gran puño se acercó volando hacia ella; lo esquivó al agacharse y se lanzó hacia delante, cogiéndole el arma de su pistolera. De un salto situó el cañón contra la suave piel de su garganta. -Adivina de nuevo, Estúpido Detective -gruñó-. Cristo, ¿Se han vuelto todos locos? ¿Soy la única persona sana en este loco mundo? ¿Puede estar ocurriendo esto...? -Si vas a matarme, hazlo ya -gruñó Gerald-, pero no me hagas escuchar como lloriqueas. -Ah, de acuerdo -se interrumpió-. ¿Quién más en el cuerpo se cree que es un hombre lobo? -¿Se creen que son hombres lobo? -Cuando ella le clavó el cañón aun más profundo en el cuello, añadió-. Otros tres. Están del lado de Wyndham. Demasiado malo para ti que estén de patrulla, ¿Eh? -Adivina de nuevo, cabrón -dijo una tranquila voz femenina. Jeannie lanzó una mirada sobre su hombro izquierdo y vio a dos agentes uniformados y a otro detective con ropa de civil... estos, junto con la mujer, les señalaban con sus armas. Esperaba que fuera a Gerald. -Nuestro líder nos dijo que con toda probabilidad primero se detendría aquí -dijo uno de los agentes de policía, casi disculpándose-. Aléjese un paso de Gerald, por favor, señora. -Deberíais mencionarle a Michael que ya lo tenía todo bajo control -dijo obedeciendo. - Señora, yo en su lugar -dijo el detective, sin alejar su mirada de Gerald-, no mencionaría ni si quiera haberme encontrado a este hombre, mucho menos haber estado bajo su poder. -Buen consejo -masculló Jeannie. Metió el arma en el cinturón de sus vaqueros, a su espalda, sin preocuparse de los incendiarios ojos de Gerald-. Me gusta guardar los souvenirs -le dijo, para después dejarse escoltar a uno de los coches patrulla. En la parte de atrás( a decir verdad, parecía una detenida), su curiosidad la hizo preguntar. -Compañeros, ¿Vais a tener problemas por llevaros a uno de vuestros colegas policía, un miembro de la hermandad, o lo que sea? -Los asuntos de la jauría son privados -dijo la mujer, girándose para mirarla a través de la malla que los separaba-. Y Gerald no me excede en grado -El compañero que conducía se rió de aquello, y Jeannie afirmó con la cabeza, preguntándose cuál sería la broma. Sorprendentemente, los policías-lobos la dejaron quedarse con el arma. Y para mayor sorpresa, cuando llegó a la gran casa no fue desmembrada al instante. En cambio, Dara, la jefa de cocina, cortésmente le preguntó si quería comer y, tras rehusar, Jeannie fue escoltada hasta su habitación siendo encerrada. Eso fue todo. Ningún grito, ningún Michael vociferando a todo pulmón su futura condena. Ningún Michael y punto. -Bien, demonios -dijo mirando su reloj. Había permanecido libre durante veintisiete minutos. Metió la pistola en un cajón al lado de la cama y se dispuso a matar unas cuantas horas. Se entretuvo viendo los reestrenos del día (La Tribu de los Brady y Wings eran sus favoritas) hasta la hora de comer. Moira, pálida y tranquila, le trajo la cena. -¿Qué té pasa? -preguntó Jeannie, lanzándose sobre los platos cubiertos. Levantó las tapas para revelar un bistec, unas pequeñas patatas rojas y unas judías verdes. Estupendo, salvo por las asquerosas judías verdes- ¿Y por qué no ha venido tu señor y maestro aquí, para jugar a «Jeannie es una muchacha mala»? -Está enfadado -prácticamente susurró Moira-. Se aleja de usted hasta que se haya calmado un poco. Cuando oyó que Gerald la tenía en sus manos... los albañiles vienen mañana para arreglar los agujeros de la pared. El trozo de bistec se atascó en su garganta. Con un esfuerzo tosió, lo tragó y dijo. -Así han hablado esas ratas-policías de mí, ¿Eh? Fascistas ¿Mencionaron acaso que cuando llegaron a la escena, Gerald saludaba al cañón de su pistola? ¿Sostenida por mí? ¿Que conseguí hacer caer a ese confiado hijo de puta? Moira sonrió, cosa que alivió las líneas de tensión de alrededor de los ojos de la pequeña mujer. -Lo hicieron. Prácticamente cayeron ellos mismos al asegurar a nuestro líder que no estuviste en ningún peligro. Los impresionaste bastante. -Deberías ver la señal en el cuello de Gerald, si de verdad quieres ver la impresión -ella se rió, cortando otro pedazo de delicioso bistec. Estaba a mitad de camino de introducírselo en la boca, antes de comprender que estaba crudo. Esperó sentir un instantáneo deseo de vomitar, o desmayarse, pero no ocurrió. Moira entendió su gesto y le explicó rápidamente. -Es normal, mi señora, no se preocupe. Después de todo, está criando a un hombre lobo. Deseará carne cruda durante todo su embarazo. -¡Dios mío! -dijo Jeannie, dejando el tenedor-. Estoy empezando a creerme vuestra alucinación.
Lo siento si es corto pero acabo de entrar al colegio :p
ESTÁS LEYENDO
Prisionera del amor
RandomAtrapada en un ascensor, Jeannie Lawrence no estaba dispuesta a experimentar el placer a manos de Michael Wyndham. Nunca esperó que ese hombre diabólicamente apuesto volviera a aparecer en su vida, ¡o que resultara ser un hombre lobo! ¿Aceptará ella...