capitulo final (parte 1)

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¿esto sólo fue ayer? Ella hizo saltar el cargador, noto con severo placer que estaba lleno, luego le dio palmadas al cargador hacia atrás, retiró el carro, y coloco una bala en la cámara. Entonces Michael tenía razón, ella pensó locamente, volviendo al balcón. El arma de Gerald no habría disparado, y podría haberme matado entonces. Bien, bien. Nota para sí mima: pedir perdón a su amante, después de salvar su trasero. Una parte distante de ella recordó que el cuarto era de tono oscuro y no había bastante luz de las estrellas para poder ver. De todos modos, ella podía distinguir todo claramente como si fuera el mediodía: el color de los lobos, el verde exuberante de la hierba, hasta algunos de sus colores de ojo. Gracias, bebe hombre lobo, ella pensó, y luego vio a Gerald, quien estaba, ella notó con imparcial cólera, justamente tomando un trozo del hombro de su amante. Ella no tenía ni idea como Gerald esperaba llevársela de la propiedad Wyndham en su forma de lobo. Tal vez él era parte humano y podría controlar su cambio. A pesar de todo, ella no iba a estar parada y dejarle dañar a otros -¡Michael!- en su búsqueda de poder. Los dos lobos estaban concentrados en una batalla histórica por territorio y hembras, y Jeannie, cuya madre era policía y su padre marine sabía un poco sobre batallas, esperaba por su oportunidad. Mientras tanto, Derik había ahuyentado a su opositor y, aunque una pierna le sangraba y una oreja la había perdido, daba vuelta ávidamente sobre otro. Gerald se echo hacia atrás y fue por la garganta de Michael. En cambio, Jeannie hizo dos tiros certeros donde ella adivinó que estaba la nuez de la garganta de un hombre lobo. -¿Toma esto, Gerald? -ella gritó hacia abajo. Ella liquidó al nuevo contrincante de Derik con un tiro limpio en la cabeza, y Derik brincó hacia atrás del hombre lobo recién muerto con un yip que sonó con recelo a una risa. -¡En caso de que no comprenda, le pegare un tiro a los intrusos! - Pensamiento: muchas gracias, a que las historias sobre balas de plata no son verdaderas. Los otros traidores se congelaron, y alzaron la vista sobre ella, excepto Gerald, que se aferraba a su vida en el césped. -Es la hembra alfa la que ha hablado -dijo ella, y cuando Gerald mortalmente herido dió su último suspiro sobre Michael, ella puso sus cuatro dedos en su cabeza en forma de saludo-. Termino la hora de jugar. Los otros dos traidores que quedaban, huyeron, con un rabioso Derik sobre sus talones. Michael alzó la vista hacia ella, camino en forma errática e hizo un torpe salto hacia el balcón. Ella jadeó cuando vio sus heridas. -Afortunadamente para nosotros te curas rápido -dijo ella, y sacó la bala de la recámara. Guardó en su sitio el arma y luego fue a atender a su compañero.

Prisionera del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora