— Venga, sal ya de donde quieras que estés gilipollas. — Dije prácticamente a la nada.
Suspire.
Tal vez ese inútil haya huido. Pero no me rendiré tan fácil estoy segura de que sigue aquí.
Me encontraba buscando con la mirada al jefe de una banda criminal a la que mis compañeros y yo acabamos de dar de baja, solo queda él.
Llegue con diez de mis hombres, ahora solo me quedan tres los demás yacen en el suelo heridos, seguía buscando con mis sentidos alerta, mis tres hombre estaban en lados opuestos a el mío ya que decidimos separarnos para encontrar más fácil aquel bastardo.
—No podrás esconderte por mucho tiempo, y pensar que eres un hombre ¡JA! Más hombre yo — Volví a decir esperando que ese inútil apareciera.
Ni mi padre ni mis dos hermanos mayores pudieron venir a acompañarme a esta “Misión” ya que se encontraban en Inglaterra arreglando algunos negocios con sus estúpidos socios, como me fastidia los británicos, siempre se quieren creer mejores que nosotros los americanos.
Estaba un poco distraída en mis pensamientos que no me di de cuenta cuando el bastardo que se escondía me apunto con la fría pistola a mi cabeza, a mi sien.
No pude evitar que mi cuerpo temblara, mis ojos se cerraran del miedo y apretara con fuerza la pistola que cargaba en mi mano derecha.
— ¿Quién es ahora la gallina? — Dijo burlándose.
Pronto reaccione y recordé que tengo que mostrarme fuerte hasta el final, mi cuerpo dejo de temblar, mis ojos se abrieron, en mi rostro se formó una sonrisa de malicia, maldad, seguridad y fuerza mi mano seguía empuñando aquel arma atenta a todo movimiento por parte de ese imbécil.
—Suelta el arma — Dijo. Pero yo no obedecí — Si la sueltas prometo no hacerte daño — Dijo nuevamente.
Yo sonreí más sabia que aquellas palabras solo son para que caigas en la trampa, nunca hay que confiarse de palabras como aquellas siempre que dicen “has esto y no te hare daño” o “hazlo y prometo dejarte ir” el presiono con más fuerza la pistola en mi cabeza.
Solté mi pistola y esta cayó al piso, escuche como detrás de mí el bastardo se reía de mi estupidez, pobre estúpido no sabes lo que te espera.
—No puedo creer que enserio seas tan estúpida — Siguió riéndose — ¿Quieres decir tus últimas palabras antes de morir? — Dijo burlón.
—Claro — Sonreí — Hijo. De. Puta. —
Dicho esto saque de mi bolsillo izquierdo del pantalón una pistola y le apunte a su entrepierna.
Note como su cuerpo se tensaba eso me hizo sonreír más.
—Retira el arma de ahí si no quieres que te dispare — Dijo con voz ahogada por el miedo
—No soy tan estúpida, solo piénsalo quien puede ser más rápido ¿tu o yo?
Dicho esto no espere respuesta por su parte, de inmediato subí un poco más mi pistola hasta quedar en su estómago y dispararle.
Este cayó al suelo retorciéndose y quejándose de dolor con una ano se presionaba la herida fuertemente y con la otra intentaba alcanzar su arma que estaba un poco más arriba de su cabeza, yo sin pensármelo dos veces le apunte y le dispare e su cabeza luego en su corazón así dando por terminada mi misión.
Mientras miraba el cuerpo que se encontraba sin vida en aquel suelo de aquella fábrica abandonada aparecieron mis tres hombres con cara de preocupación. Que ironía cuando ya no estoy en peligro aparecen. Rodé mis ojos y bufe molesta.
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Tiempo Para Matar ©
RomansaEl amor es un campo de batalla y Emily Blackwell no esta lista para afrontar ese peligro. Amor... Tal vez años atrás hubiese sido agradable esa palabra para Emily, ahora solo la dejan con ganas de vomitar. El amor es un intruso en su mundo, que te...