Capítulo 7: Sed De Venganza

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Me sorprendió ver lo que tenía enfrente de mí. Yo esperaba ver a la señora Verónica de pie en la puerta con su sonrisa amable pero cansada, no ver a un... A una duendecilla que media más o menos 1.30, tenía un sombrero en forma de cono rosada con una flor a un costado, llevaba un tierno vestido rosa claro con un diseño de flores, sus ojos eran color aqua y tenía una sonrisa muy linda, su aspecto era adorable, muy diferente al que te decían en Internet.

-¡Usted debe de ser la hija de los dioses de la luna! ¡Que bendición tenerla con nosotros! , ¿Como se encuentra?.- me dijo con voz amable y risueña mientras daba pequeños brinquitos de felicidad.

-Bien... Gracias por preguntar... Aunque ¿Que hace usted aquí?.- le conteste intentando no ser grosera con ella.

-Oh, pues verá, yo vivo aquí.- me contestó con plena confianza.

Yo volteé a ver a Kobuck esperando a que me aclarará esto. El reacciono a mi gesto, se aclaro la garganta y dijo:

-Verás, los seres sobrenaturales convivimos con los seres humanos desde otra dimensión, aunque si bien no podemos tocarnos, podemos tocar sus objetos, si alguna vez se cayó algo de tu casa de manera inexplicable, probablemente fue algún ser sobrenatural que lo tiro por accidente. Aunque en donde tu vives no hay ninguno. Tu casa se considera como un templo y a nadie se le permite entrar.- me contestó.

-Oh ya veo... Esto es... Loco...- susurre, la verdad no pensaba ver algo como esto en estos tiempos.

-Aunque, quisiera preguntar ¿Que paso con la humana que vivía aquí? Ustedes estaban a cargo de su protección y de llenar de bendiciones su casa.- preguntó Kobuck enojado.

-¿Ellos se encargan de bendecir a los humanos?

-Si, en nuestro mundo, existen diversos tipos de seres sobrenaturales y de acuerdo a su clase, es de lo que se encargan de hacer, están en todas partes, pero generalmente viven en las casas con los humanos que ellos deciden cuidar.- me explico.- algunos traen bendiciones, otros dinero, sabiduría o salud, aunque existen algunos que solo son traviesos y no hacen nada.

-Vaya, interesante.- asentí con la cabeza.

-Bien, ahora aclarado ese punto.- se volteo a ver a la duendecilla, esta solo bajo la cabeza apenada.

-Verá mi señor, estábamos cumpliendo nuestra labor al pie de la letra, sin embargo, una noche llegó una sombra y nos durmio a todos nosotros, ninguno sabe que fue lo que pasó mientras dormíamos, fuimos a ver a la jovencita y estaba muy bien, al día siguiente solo se desmayo. Ahí nos dimos cuenta que tenía una maldición.- dijo casi en un susurro, parecía aterrada.

-¿Porque no informaron nada de lo que había sucedido? Recuerdo que les dijeron que informaran cualquier novedad.

-Mi señor, pensamos que no sería una maldición grave, pensamos que podríamos revertirla con nuestro poder...- levantó la cabeza.- Pero fue imposible, era mucho más fuerte de lo que pensamos. Además, cuándo intentamos ayudarla en el primer instante, se llevaron a la joven a un hospital humano y no supimos en donde.

-Por lo general en los hospitales humanos abundan los ángeles de la muerte y ninfas sanadoras. Debieron de haber visto esa maldición, se supone que son expertos en eso y si no lograron romperla, fue demasiado fuerte para ellos.

-Probablemente, pensaron lo mismo que nosotros. No queríamos molestar al señor de la luna con problemas pequeños como este. Pensamos que seríamos suficiente para salvarla, pero no hemos logrado ninguna mejora.

-¿Problemas pequeños? Pensé que estaban agradecidos con ella y por eso la iban a llenar de bendiciones.- interrumpí su platica.

-No mi señora, no me malinterprete, es solo que... Aah verá... Por lo general las maldiciones no son algo muy grave en el mundo humano y tenemos entendido que esta joven no tiene ningún enemigo con el suficiente poder como para maldecirla a ese nivel.

La Hija de la Luna: Flor Naciente (Primer Libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora