-Muere... ser inferior.- fue lo último que logró escuchar Ayla antes de que cayera inconsciente debido a la gravedad de sus heridas, pero a pesar de ellas, al igual que una diosa, no moriría tan fácilmente, sin embargo, eso no quería decir que no sintiera un dolor indescriptible que le arrebatara la conciencia. De la joven dormida se podia escuhar una respiracion erratica y suave. Camelia acaricio su rostro hinchado.- quisiera matarte, pero esos niños nos servirán de mucho.
Camelia sonrió amargamente, un capullo transparente como el que se forma alrededor de un guasano antes de volverse mariposa se formó alrededor de Ayla y la envolvio por completo. Las gruesas enredaderas que estaban envolviendo su cuerpo desaparecieron dejando entrever las terribles heridas que tenía, estaba llena de moretones, rasguñones y quemaduras, una de sus piernas estaba deformada e hinchada debido a que el hueso se había pulverisado por completo, lo que mas resaltaba era que alrededor de su cuello estaban marcadas con un frivolo color rojo unas manos que quisieron ahorcarle, sin mencionar que en la fracciones de su rostro, se podía distinguir el dolor y el miedo tan profundo que sentía antes de caer dormida.
-Esto debe de ser suficiente para mantenerla dormida hasta que los niños estén listos para nacer. Ahora tengo que llevarlos a casa.- con delicadeza, hizo que el capullo bajara hasta el suelo donde un enorme agujero se formo. Este era la entrada al túnel que las llevaba directamente al palacio subterráneo de Camelia. El palacio era definitivamente más pequeño que el de cualquier otro Dios, pero estaba exquisitamente decorado de manera elegante y exquisita digno de cualquier Dios.
Colocó con cuidado el capullo donde estaba Ayla en la enorme y lujosa sala y lo miro una vez más, pensó que esa tarea sería más sencilla, no pensó que sería tanta molestia poder encerrar a una pequeña mocosa humana como ella.
-¡CAMELIA! ¡CAMELIA!.- podía escuchar los gritos desesperados de Kobuck del otro lado de la habitación.
-Si Kobuck ve las condiciones en las que tengo a esta mujer, definitivamente se pondrá furioso... me da miedo de sólo imaginarlo.- de primera mano, Camelia había sido testigo de lo que la furia incontrolable de Kobuck era capaz de hacer. Hace muchos años, cuando el se descontrolo, ella fue una de las que participaron en su captura y vio el gran poder que tenía que incluso superaba sus expectativas. Así que con cuidado, colocó una sábana encima del capullo para cubrirlo, aunque sea, la parte donde era visible el rostro cansado de Ayla, ahora parecía ser parte de la decoración.
Después de ver que todo estaba bien cubierto, Camelia se levantó un poco el cabello e intentó verse más presentable después de la pelea tan cansada que había tenido. Con paso apresurado salió de la habitación y fue a otra que estaba a un lado de la sala. Al entrar, vio como Kobuck iba de un lado a otro como león enjaulado, cuando el escucho la puerta se detuvo en seco y camino hacía ella.
-¿Dónde está? ¿Qué le hiciste?.- le pregunto furioso mientras la tomaba de los hombros y enterró sus dedos en ellos, en sus ojos se notaba la ira reprimida que sentía por dentro y que estaba apunto de estallar.
-No tienes permitirlo verla.- al verlo tan imponente sintió miedo, se sintió algo triste por que parecía haber olvidado lo que habían pasado juntos en el pasado, pero a pesar de todos los sentimientos que tenía reprimidos, hablo con absoluta calma. Escucho como Kobuck comenzo a gruñir, las venas de su cuello comenzaron a marcarsele y sus dientes parecían haber crecido de tamaño, así como el agarre en sus hombros se volvió como dos pesadas pinzas de acero, se quejo un poco con la esperanza de que Kobuck la soltará, al ver que no había respuesta, actuó con firmeza.- Ni si quiera intentes algo raro... sabes que estás en mi territorio. No dudare en matarte.- Kobuck se quedó petrificado en su lugar, comenzó a temblar tratando de reprimir su ira, bajo los brazos a sus costados y cerró los puños con fuerza, incluso llegó a salir pequeños hilos de sangre. Camelia, con toda la calma del mundo, camino hasta un pequeño sofá qué había en la sala, se sentó cruzo las piernas e intento verse lo más sensual posible con la intención de provocar algo más que furia en el. Miro con curiosidad a Kobuck con la esperanza de que algo había cambiado al verla así, pero jamás lo había visto así de furioso, ni siquiera cuando lo conoció en lo profundo del bosque cuando le habían destrozado el corazón, en ese momento, ella jamás pensó en que él podía actuar de esa manera por alguien más... Su corazón se terminó de romper al darse cuenta que no actuaba así por ella y eso solo la hizo enfurecer aún más, tuvo que controlarse para evitar salir corriendo y matar a Ayla.- no confíes que sólo por el amor que te tengo te perdonare la falta de respeto tan grande que me has hecho sentir.
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La Hija de la Luna: Flor Naciente (Primer Libro)
RomanceEn una cierta ciudad se cuenta una vieja leyenda, la historia de un amor prohibido, entre una humana y un dios, de ese poderoso sentimiento nació una niña. Ese nacimiento provocó la ira de muchos dioses que decidieron darle muerte a ese ser que no t...