Epílogo: Epifanía

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El mundo es pequeño, todo lo que sube tiene que bajar, esa es la ley de la naturaleza, pero cuando más alto subes, más dolorosa es la caída. Eso lo sabia una mujer en situación de calle, sus días de gloria se han quedado atrás y la belleza tan perfecta que poseía, se iba marchitando poco a poco, ahora no era ni siquiera la sombra de lo que antes era.

-¿Una moneda por favor?.- la mujer estaba toda arrapienta, sucia, olorosa a sudor y a sus propios desechos, en sus hermosos ojos grises, ahora se veían opacos y sin vida, sus labios que antes eran carnosos y sonrojados ahora eran de un horrible blanco y agrietados, sus manos estaban llenas de lodo, mugre y las uñas las tenia largas y quebradas. Al ver que alguien se había detenido delante de donde ella estaba sentada levanto las manos esperando recibir una moneda.

Antes que esa persona se detuviera para verla, esa pobre y miserable mujer había recibido diversos tratos había quienes la volteaban a ver con lástima y le lanzaban varias monedas, pero también había quienes solamente la miraban como si fuera una plaga que se debería de exterminar... esa última mirada era la que más le dolía...

Aquella mujer mantenía su rostro cubierto con su capucha, ocultando su belleza a pesar de estar sucia y maloliente... Pero sobretodo intentaba ocultar su vergüenza. Hace milenios había tenido al mundo a sus pies, tenía todo lo que podía desear... Sus manos siempre estaban llenas de las más finas alhajas, sus cabellos peinados con los más últimos peinados de moda adornados con delicadas joyas, ni mencionar su cuerpo, pequeño y delgado, siempre portando con estilo los más finos vestidos.

-Neith.- el tiempo pareció detenerse en cuanto pronunció aquél nombre.- la mujer que era conocida como la diosa de la belleza, la reina del mundo... quién tenía gloria, fama, riquezas... todo lo material del mundo... Pero que en 1870, fue acusada de brujería ya que no parecía envejecer, ella escapó de la muerte en la hoguera por poco. Pero por lo visto, hubiera deseado haber muerto ahí mismo.

La mujer que estaba sentada en el piso comenzó a temblar, con la cabeza agachada, al ver que ni recibía la reacción qué quería, siguió molestándola.

-Tu nombre originalmente era Neith, pero fuiste tomando nombres diferentes de acuerdo a las épocas y lugares que visitabas... eres impresionante ¿Recuerdas cuentos nombres te inventaste? ¿Recuerdas con cuántos hombres te acostaste para tener tanto poder?

-¡¿Quién eres?!.- gritó desesperada y al borde de las lágrimas, al levantar la cabeza, dio un grito de terror al ver que frente a ella estaba una figura deforme qué no parecía tener forma, no tenía un rostro como tal, únicamente dos puntos blancos brillantes en un fondo negro cubierto por una ¿capucha?

-Yo... soy el que te sacará de está mierda, pero a cambió quiero que separes a esta hermosa pareja.- le entregó una fotografía a Neith quien estaba algo indecisa entre tomarla o no, pero al ver quien estaba en aquella foto, finalmente la aceptó.- ¿Seguramente conoces al hombre?

-Kobuck...- dijo en un susurro mientras acariciaba el rostro del joven en la fotografía. Parecía que la foto era reciente, pudo ver que en el rostro del hombre al que más amo en su vida, tenía una mirada y un semblante diferente, uno al cual jamás había visto.- ¿La que está ahí es...?

-Es la hija de los Dioses de la Luna, Lua Khale. Ella me pertenece, no puedo permitir que siga al lado de él.

-...- Neith lo miro, intentando descifrar si era hombre o mujer, viejo o joven.

Al darse cuenta que tenía sobre de él la mirada de Neith le dijo de manera furiosa:

-No intentes averiguar algo sobre mí, si no me llevaré tu vida enseguida.

-¡¡!!.- ella dio un salto y enseguida miró hacia otro lado.- pero Kobuck y yo... hace milenios que no nos hemos visto... después de lo que le hice... no creó que quiera volverme a ver...

-Lo hará.- le entregó una caja finamente adornada junto a la fotografía.- busca la oportunidad perfecta para entregarle esto... con tu ingenio y tus habilidades, seguramente será cosa fácil.

-No.- lo rechazó enseguida.- no puedo hacer esto, en su mirada puedo ver que ya no hay un lugar para mi en su corazón, si regresó, sólo le causare más dolor.- en su última frase, casi parecía que se lo estaba más diciendo a sí misma que a la otra "persona" frente a ella.

Eso fue algo de lo que aquél "ser" se aprovechó.

-Puedes ir por el... después de todo, ese hombre te pertenece.- ella levantó la cabeza.

-No, nunca lo fue.- dijo entre sollozos.

-Tu sabes que eso no es verdad y que lo sigues amando con locura...- se desvaneció en el aire.- piensa mi oferta... después de todo, ambos obtenemos algo valioso.

Los días han pasado desde aquel encuentro con ese "ser misterioso", el hambre, la soledad y la desdicha hicieron que el corazón de Neith tomará una decisión.

-Después de todo, el me pertenece.

¡Hola!
Hasta aquí llegó uno de los primeros libros que comencé a escribir, cuando tenía más o menos 6 años, el cual nació de un juego imaginado que me encantaba jugar con una prima. En ese entonces, eran gemelas las hijas de la Luna, pero por azares del destino, la historia se fue modificando hasta lo que es en la actualidad. Espero que sea de su agrado.

Y hasta que se publique el segundo libro: Delirio. Veremos que será lo que planean hacer Neith y aquella sombra...

¡¡Nos vemos pronto!!

La Hija de la Luna: Flor Naciente (Primer Libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora