Paris es una ciudad extravagante, llena de excentricismo y Louis lo pudo comprobar al encontrar aquel muchacho de traje rojo con flores que provocó que su corazón saltara de su pecho.
Louis se quebró la pierna y gracias a eso puede que reciba algo m...
La semana transcurrió con normalidad o por lo menos que consideraba normal. No tenía conocimiento de la ubicación de mi novio, si es que seguía siéndolo...
El segundo día después de la partida de Harry, me llamó el entrenador para felicitarme por saber tomar decisiones y preocuparme por mi futuro. Cuando esas palabras salieron de su boca, no pude odiarlo más de lo que ya lo estaba haciendo.
Pero, a fin de cuentas, él que corrió a su novio fui yo.
Mis amigos se comunicaban con regularidad conmigo, sin saber todo lo que estaba pasándome. Fingía vivir en el paraíso y ellos no sospechaban nada de lo que sucedía. Por un lado, sentía culpa por no contarles, pero si expresaba en palabras todo lo que me afligía, un sollozo traicionero escapaba.
El domingo jugamos contra un equipo portugués del Grupo B y ganamos de pura suerte. Ese partido iba a ser el primero que jugaría después de mi lesión. Mientras estaba en la cancha observe las gradas, era difícil reconocer rostros desde tanta distancia, pero desilusionado reconocía que él no estaba ahí. No vería mi primer partido ni me animaría. Las ojeras de mi rostro demostraban que no había sido mi mejor noche, me costó conciliar el sueño por culpa de la presión.
Y ahora me encuentro tirado en el suelo de mi cocina, recostado sobre una encimera caoba con una botella de whisky escoces y mis pensamientos revueltos como una ensalada de frutas. Debería estar celebrando la victoria, sentirme orgulloso de haberme sanado correctamente. No es el caso, me siento vacío e infeliz conmigo y los demás, especialmente conmigo por no tener los huevos necesarios para pedir disculpas, recuperar y defender lo que amo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
