Capítulo 11: Luna menguante.

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La nieve había cubierto las montañas como una gran manta de color blanco. El frío que podía congelar los lagos y ríos era fuerte.

Izuku le gustaba y lo ponía nostálgico, el color blanco y limpio, le recordaba tanto a su amiga Eri. A ella no le gustaba mucho la nieve o el frío, pero siempre jugó con el entre ella, la nieve que siempre le caía en al cabello casi no se le notaba, pues lo tenía del mismo color.

Una parte suya seguía angustiado por no saber en donde se encontraba ahora la albina, no sabía si estaba bien, o lo que estaría haciendo ahora.

Pensar en ella lo ponía triste, el circo había sido destruido por esos hombres, y no sabía que hicieron con los animales. Siempre trató de no pensar mucho en eso, pues la esperanza de que ellos estuvieran bien seguía latente en su pecho.

Pero su ansiedad le hacía pensar en cosas feas, pues no sabía si su familia del circo se habrían salvado esa noche, y su corazón se partía ante ese pensamiento.

Izuku miró el cielo, estaba lleno de nubes que se veían algo pesadas, seguro que una tormenta llegaría pronto. Se encontraba mirando hacia arriba desde la sombra de un árbol, o lo que quedaba de el, pues no tenía ninguna hoja, y lo único que daba algo de sombra eran las ramas con nieve sobre de ellas.

De todas formas le gustaba recostarse debajo del árbol. Y estuvo tan sumergido en sus pensamientos que no notó cuando una pequeña personita se le acercó.

-¿Por qué estás triste, Izu?- el pecoso casi brincó en su lugar al escucharlo hablar de repente, volteó y se encontró con el pequeño Katsuma.- ¿Quieres un abrazo?

Katsuma le miraba confundido y también un poco triste, como si mirarlo triste a él se le contagiara. Izuku sonrió con cariño y ternura, ese cachorro era igual de sensible que el, hasta un poco más.

-No pasa nada.- fue lo que le dijo, le hizo un gesto para que se acercara y lo sentó en sus piernas, Katauma le abrazó moviendo su colita alegremente y soltó un ronrroneo.- no estaba triste,- mintió el pecoso.- solo estaba pensando en cosas del pasado.

-¡No recuerdes cosas malas, Mahoro dice que no hay que pensar en eso, y si ella lo dice tiene razón!- el pequeño Katsuma exclamó mirando determinado al Omega mayor, e Izuku rió por lo bajo, en parte, el cachorro tenía un buen punto.

-Bien, no pensaré más en eso, por cierto, ¿Me estabas buscando para algo?- Izuku preguntó, viendo como el pequeño abría los ojos como si acabara de recordar algo importante.

-¡Ah, sí!, El tío Denki me dijo que te buscará, quería que le ayudaras arreglar un par de cosas para su ceremonia mañana.- Katsuma informó, y ésta vez fue el pecoso quien recordó que tenía algo importante que hacer ese día.

-¡Es cierto!- exclamó el pecoso, entre sorprendido y algo culpable, se había olvidado por completo que ofreció su ayuda a Denki para prepararse.- ¡Vamos Suma-chan, hay que ir con el tío Denki!

Izuku cargó al cachorro y se levantó del suelo, el castaño se dejó llevar tranquilamente por el Omega mayor, solo se disponía a mirar para los lados, le gustaba es sensación de altura que tenía al ser cargado.

El Omega peli-verde llegó hasta la cabaña del Omega rubio, según Katsuma, él se encontraba allí. Izuku bajó al pequeño y lo dejó irse para poder entrar.

Tocó la puerta un par de veces, no pasó de tres segundos para que fuera abierta, Denki ni siquiera saludó cuando lo tomó de su ropa y lo jaló hacia el interior de la cabaña.

-¡Creí que ya no vendrías!- chilló el Omega ansioso, e Izuku sonrió un poco avergonzado, miró al rubio pero atrás de éste algo le llamó la atención.

Descubriendo quien soy. (Katsudeku/ Híbridos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora