Capítulo 8

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Estaba tan bien abrazada a Ferri... Entonces lo miré y pensé "joder, igual no tengo suerte de que seas mío". Miré sus ojos, a sus ojos verdes, azules o marrones -vete tú a saber-, me había vuelto daltónica con su mirada. Justo entonces me fijé en la sonrisa que se le formó al fijarse que me temblaban las manos. ¿Irónico, no es así? La persona que te hace fuerte es también tu mayor debilidad.

-Ari ¿recuerdas aquella noche de colonias el año pasado?

-Sí ¿por qué?

-Quise besarte, pero no me atreví.

-Pues, o me besas o te beso. Tú decides.

Me besó. Lo besé. Nos besamos. Me agarró de la mano, y me pasó el otro brazo por la cintura, y empezamos a bailar pegados, al ritmo de la música. Pero se acabó el cuento de hadas y sonó el timbre que indicaba el fin del recreo. Había sido el mejor recreo de mi vida, el mejor momento de mi vida. Me estaba pasando a mi, sí, a mi. No me lo creía... Estaba tan feliz... Bajamos juntos por las escaleras y me acompañó hasta mi clase, nos despedimos con un breve beso y cada uno se fué donde le correspondía. Durante el resto del día no pasó nada más interesante. Pero al salir de clases, ya por la tarde, me encontré con Andrés justo en la entrada del colegio. 

-¿Qué haces aquí? - si Ferran me veía con él... Y si se conocían... Dios, que lío. Le tenía que decir ya a Ferran que no le dije a Andrés que estábamos saliendo.

-Pues recogerte en el insti, y llevarte a ese sitio especial que tenemos pendiente. ¿Vamos? - no sabía que decirle...

- No sabía que habíamos quedado...

-Las cosas imprevistas són las mejores, ¿no crees? - me preguntó convencido en que iba aceptar ir con él, y así hice. Aparte le podría decir que tenía novio.

-Sí, bueno, ¿vamos o no?

-Sí. ¿Quieres que te lleve la mochila?

-No gracias, puedo yo solita - no me gustaba que me ayudaran en todo. Soy grandecita y puedo hacer las cosas por mí misma.

-Aiaiai... Siempre haciéndote la fuerte. Que lo eres -dijo sonriéndo- Espero que te guste donde vamos, es uno de mis sitios favoritos, suelo ir allí cuando necesito pensar o estar solo.

Nos pusimos en marcha, y estuvimos media hora caminando, hasta que llegamos a una especie de colina. Había árboles por todas partes, y se oían pájaros de fondo, era muy bonito. 

-Ya hemos llegado.- empezó a hablar, me miraba fijamente a los ojos, me aguantaba la mirada- Ven, siéntate aquí.

-Vale - tenía un poco de frío, tenía las manos heladas.

-Toma, coge mi chaqueta - se había dado cuenta. 

-Gracias. Em, Andrés te tengo que decir una cosa... Es que tengo novio...

Hay días buenos y días sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora