※Capitulo 23※

74 11 10
                                    

El silencio hacía éxtasis en aquella mansión, todos dormían a gusto, o bueno, no todos, un chico de cabellos castaños se encontraba leyendo algo que a cualquier muchacho de su edad le daría miedo de sólo mirar aquellas fotografías horrendas de esos monstruos que podrían aparecer en la casa, mas, sentía como si ese fuera se deber, pero, ¿lo será en verdad?

En otro lado, o mejor dicho, en la habitación de al lado, Mía, había tenido una pesadilla horrible, su hermano estaba sucumbido en los sueños, por lo que la menor debía acudir a sus padres, ya que aquella molesta pesadilla la había puesto bastante nerviosa. Se levantó con cuidado para no despertar a su hermano y así se dirigió a la puerta, posteriormente la abrió y salió de la habitación, quedando a oscuras en el gran pasillo. Ella hacía esto bastante seguido, sin embargo, era la primera vez que sentía tanto miedo estando ahí, a solas. Mía respiró e ignoró todo, por lo que a paso rápido fue en dirección a las escaleras para bajar, no obstante, oyó un pequeño cántico proveniente de sus espaldas, volteó divisando a unos metros de ella, la figura de una niña la cual le resultaba conocida, en las manos de esta se encontraba un hacha llena de sangre, al igual de que los flecos de su vestido, el cabello descansaba en su rostro. La escena daba miedo, miedo no, terror, por lo que Mía se había congelado al verla, su corazón estaba a mil y aunque su mente le decía que corriera, sus piernas eran incapaces de emitir un sólo movimiento al menos, pero esa figura, se acercaba a la niña con muy oscuras intenciones...

— ¡Corre Jacob! — gritaba el rubio mientras que corría sin parar a través del tupido bosque, tratando de alumbrar su camino el cual se hayaba naturalmente en penumbras.

Habían corrido más de media hora, estaban asustados y perdidos, no podían encontrar el camino de vuelta a su hogar, y más que el animal que los perseguía, el hecho de que no volvieran en días a la mansión se le hacía perturbador. En medio de todo el corre corre, la agitación y el miedo, decidieron parar y tomar un descanso.

— No debimos haber salido de la creepyhouse — comentó Jacob agitado y cansado por el ajetreo, sentándose en la hierba alta que brotaba del suelo.

— No, claro, ahora te arrepientes, ¡yo soy quien debería decir esa frase! Ni siquiera fue mi idea el venir — agregó su contrario controlando su respiración, apoyando su cuerpo a un árbol, estaba bastante enojado por lo que ocurría.

— Ash, sí, perdón, no te debí meter en esto, o al menos me hubiera preparado más para salir, no sabía que éste bosque pudiera ser tan confuso como laberinto — respondió el morocho sinceramente rascando nervioso su nuca.

Junior sólo decidió no seguir con la pelea, ya que a estas alturas es absurda, debían seguir, no era hora de arrepentimientos.

— Bueno. . . No es hora de arrepentirse Jacob, viendo todo esto por un lado bueno, hemos tenido una aventura única y terrorífica jajajaja — dijo el rubio riendo un poco para alegrar el ambiente ya que estaba algo tenso.

— Si, tienes razón, creo que– el chico no pudo terminar la oración, ya que de las penumbras de sus espaldas, brotó el monstruo peludo que los perseguía a ambos, jalando al mismo hacia la oscuridad — ¡Aaaahhh, Junior ayuda! — gritaba el de cabellos negros sosteniéndose de las manos de su amigo el cual lo aguantaba con fuerza para que la criatura no lo raptase.

— ¡No permitiré que te vallas! — gritó Helen notándose en su voz toda la fuerza que hacía para no soltar las manos de su amigo, pero cada vez se hacía más imposible.

Desgraciadamente la fuerza del monstruo es más superior que la del niño y terminó llevándose a Jacob, el cual se perdió de la vista del chico junto con el monstruo.

«𝐇𝐞𝐫𝐞𝐝𝐞𝐫𝐨𝐬 𝐂𝐫𝐞𝐞𝐩𝐲𝐩𝐚𝐬𝐭𝐚𝐬» [Hijos de Creepypastas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora