Capitulo Seis

922 64 0
                                    


16 años

-Vamos Lourdes, no me hagas esto- Dijo mamá, intentando controlarse, pero podía percibir que su voz estaba totalmente desesperada tanto la escena que estaba montando como la vergüenza que esto le causaba

-¡No, no me moveré de aquí!- Le grité

Estaba abrazada de un árbol, mi padre y Martina habían intentado soltarme de allí, pero no lo lograron. Me aferre con fuerza y no me moví ni un centímetro. Agarraron mis pies y tiraron de mí, pero no afloje mi agarre

-¡Solo es una escuela de verano, Lu!-Me gritó Martina, no quise escuchar. Si no me pondría nerviosa y los brazos se me flaquearían

-¡Cállate, todo esto es tu culpa!- Exclamé

Algunas personas se nos quedaban mirando, nos encontrábamos a la mitad de la escuela de verano para niños matemáticos en medio del bosque. Había reprobado matemáticas y si lo volvía a hacer el próximo semestre, repetiría el año

Así que la maestra converso con mis padres y acordaron que asistiría todo mi verano aquí para reforzar. Para mis padres y la escuela fue una solución perfecta por la falta de voluntad a los números, para mí era una tortura. Podía terminar agonizando si pasaba una semana ahí, estaba segura

-¿¡Mi culpa, que tengo que ver yo?!- Dijo Martina, soltando de mis pies. Chivín se había unido para soltarme y ahora se me hacía más difícil mantenerme pegada al árbol

-¡Eres mas lista, me haces parecer tonta!- le dije, Lo decía de broma, me importaba en absoluto parecer una tonta o una lista chica, solo quería que me soltaran. Pero Martina pareció pensarlo y me soltó. Se fue del lado de mi mamá con el rostro serio y mirándome con tristeza. Me había creído. Era muy difícil al detectar mentiras

-Lu, vamos, no es tan malo como parece, harás amigos nuevos y hasta puede hacer que te diviertas- Dijo Chivín

No era tan malo si lo ponía así, el problema era que yo no quería más amigos, con los que tenía me bastaba. Además, los números nunca serían divertidos

-¡No me soltare, tendrán que amputare los brazos si quieren que entre!

-Traeré la cierra- Dijo Franco

-¡Puedes encontrar novio allá, Lourdes!- me gritó Delfina. La pequeña Delfina, ya tenía doce años y en lo único que pensaba era en chicos, aún así me pareció graciosa su forma de convencerme

-¿Tienen problemas?- Dijo alguien

Moví la cabeza un poco y vi que había un hombre vestido de militar, era mayor y en su pecho tenía insignas y medallas. A su lado había un chica blanca, alta, aparentaba mi edad

Martina se le quedó mirando con mala cara, como cuando Nana se acerca a Snow, el gato de Delfina

-Es mi hija, no quiere entrar- Le dijo mi madre. El hombre sonrió y me dedicó una mirada rápida. Me dio miedo

-¿Reprobada, cierto?- Mi madre asintió

-Mi hija también está aquí en contra de su voluntad, pero los niños de hoy en día necesitan disciplinarse – Y dicho eso, le pregunto a mi madre si necesitaba ayuda, ella asintió y supe lo que pasaría

El hombre se acercó donde mi padre y Chivín forcejeaban, ellos me soltaron. El hombre me agarro un pie y tiro de mí. Ni aunque tuviera músculos hubiera seguido abrazada al árbol, caí al suelo sobre el césped húmedo y me ensucie la ropa

Martina corrió a ayudarme, desde la muerte de Casey – que en paz descanse- se ha vuelto más atenta. Seguíamos peleándonos como perros y gatos, pero después se disculpaba y me regalaba galletas o un pastel de manzana que robaba de la cocina

marry me - martuli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora