Capitulo Veinte

1K 57 1
                                    


Marry me

Angie se marchó tres días después, dijo que, más que nada, había ido allí porque tenía muchas cosas que pensar, y que la ciudad ni sus padres le dejaban, además quería pasar tiempo con nosotras antes de que nos encontráramos con la sorpresa que nos habían preparado cuando regresemos a Los Ángeles y que todo quedara patas arriba. La verdad es que la había visto muy distraída el poco tiempo que estuvo aquí, parecía estar en otro planeta y la veía muy concentrada. Algo tramaba, y por lo que vi, era algo que no le gustaría a sus padres

Las dos semanas de la luna de miel pasaron rápido, en un abrir y cerrar de ojos ya nos quedaban dos días para volver y en realidad no quería, ya que eso significaría regresar al trabajo, dar el examen de admisión y comunicarle a mi madre lo que quería estudiar finalmente

Sabía que mi mamá y Lourdes me apoyarían, pero mis suegros... tenían muchas expectativas sobre mí y eran como mis segundos padres

Le aparte un mechón de cabello del rostro a Lu, siempre tenía el cabello tapándole los ojos y eso me molestaba, no me dejaba verla en todo su esplendor. Aunque también era una buena excusa para acercarme a ella

-Lu, amor, despierta, hay examen de matemáticas- le susurre al oído. Se despertó de golpe y miro a todos lados seguramente buscando a la maestra

-¡Dios, no estudie, que hago, voy a reprobar!- exclamo al borde de perder los nervios. Luego enfoco la vista y se dio cuenta de que seguíamos en el caribe, de luna de miel, y aparte eran vacaciones. Me dedicó una mirada asesina y Sali corriendo allí, estábamos en una hamaca colgada entre dos palmeras, en plena playa tropical

La arena era blanca y el mar tan celeste como el cielo, corrí a través de ese fantástico paisaje sin mirar atrás, sabía de antemano que Lourdes buscaría venganza por haberla asustado así

No había muchos turistas ahí, hoy había un recorrido en canoas por las orillas del mar y la mayoría había ido ahí. Así que aprovechamos el día para disfrutar la playa solo para nosotras, aunque Lu se había quedado dormida nada más de recostarse en la hamaca

De pronto, Lourdes se abalanzo sobre mi y ambas caímos. Rodamos por la arena hasta llegar a la orilla del mar, nos mojamos un poco y en cuanto reaccione. Lu me tenia acorralada entre sus brazos

-De aquí no te escapas, Rubia- sonreí al escuchar mi apodo

La mire con intensidad, esperando ponerla nerviosa, pero había olvidado algo: desde nuestra primera vez parecía que ya nada le avergonzaba, y eso era una desventaja para mí, ya que no podía molestarla

-Bueno, ya que no puedo escaparme, ¿Qué tal si hacemos algo?- levanto una ceja y me miro sugerente, esperando que hablara- Sabes... Siempre me he preguntado como seria hacerlo en la playa

-¡No Martina, ni siquiera lo imagines!- se levanto de un salto y comenzó a caminar con tal de alejarse de mí, sabía que aún le molestaba que hablara de tener relaciones en público como si nada, era el único punto a favor que tenía

Me coloque de pie y fui tras ella, cuando la alcancé la abracé por atrás mientras descansaba mi cabeza en el hueco de su hombro y su cuello

-Estaba bromeando, aunque admito que me encanta verte así- Lourdes volteo, tenía las mejillas infladas y enrojecidas, como cuando era niña y hacia escándalos por comer galletas

-Alguien te podría oír, Martina- dijo mientras con una mano acariciaba mi mejilla

-Si, claro, las toallas y las palmeras son tan chismosas- me golpeo el brazo y beso la punta de mi nariz en seguida. Lu se había puesto muy cariñosa y tierna, nunca en mi vida la había imaginado así. A pesar de continuar con nuestras peleas habituales, era extraño tenerla solo para mí. Aun no cabía la felicidad de saber que no sufriría mas de pensar de que llegaría a casa de la mano con cualquier chica para presentarla como su novia, o pelear con ella y estar meses sin hablarnos. Ahora tenia la certeza de que cuando me fuera a acostar por las noches, no me torturaría sin saber que se sentiría besarla o haberle confesado que la amaba, porque ya era mi esposa y nada me podía hacer mas feliz que eso

-Mar, tengo hambre. Vamos al hotel a almorzar- me sugirió

-No, yo quería ir contigo detrás de esas palmeras que hay por allí, ya sabes, para hacer...- me fulmino con la mirada y me calle, al parecer seguía un poco molesta con lo de la broma y lo de mencionar cosas relacionadas con hacerlo

-Eres una pervertida, una pervertida que es mi esposa- me agarró del cuello y me beso con una sonrisa. Nos fundimos la una a la otra por unos minutos, al separarnos ella choco su nariz con la mia y me miro directo a los ojos, sentí mariposas al ver esos ojos color esmeralda- Y así como pervertida que eres, me gustas

-Ya lo sabía- me jacte, pero ella fingió molestarse y salió corriendo mientras gritaba:

-¡Si me alcanzas antes de que llegue al hotel, te preparare una sorpresa!- tarde un poco en asimilar sus palabras, pero le ordene a mis piernas correr a toda velocidad en cuanto me di cuenta de que esa sorpresa podía ser lo que estuve sugiriendo todo este rato

----------------------------------

-No me has alcanzado, creo que gane- se burlo Lourdes. Su cabello castaño se alboroto cuando una corriente de aire cálido pasó y cubrió su cara

-La naturaleza se venga de ti- le dije, apartando el pelo. Cuando su rostro quedo al descubierto, la bese en los labios y por una fracción de segundos creí que me daría un ataque o algo. Fue suave, silencioso y tan dulce como volar sobre nubes de azúcar, cada minuto que pasaba junto a ella, me convencía mas de haber tomado la decisión correcta

-Mar, sigo teniendo hambre- me dijo cuando me aparte unos milímetros de sus labios

-Ve al cuarto, yo pediré algo

Subió a la habitación y yo fui a la recepción. Pedí un carrito con champagne, fresas, crema y chocolate. Me dijeron que estaría en mi habitación en diez minutos, así que subi enseguida para esperar junto a Lu

Al entrar, Lourdes veía la televisión calmadamente. Cambiado de canales una y otra vez, sin decidirse por que ver

-¿Qué tienes ganas de ver?- pregunto

-No lo se, talvez una película romántica- me miro incrédula. La mirada que me dedico parecía decirlo todo "¿Estas bromeando?"

-Odio esa clase de películas, lo sabes- espetó

-Si, lo sé. Pero también me odiabas a mí, y mira como estamos ahora- me acosté a su lado y la atraje a mi- Casadas, en una cama compartida, en nuestra luna de miel, a punto de tener sexo...

-No inventes cosas que no suceden, Rubia- me interrumpió divertida

-Lo ultimo no lo estoy inventando- susurre contra su oreja mientras le mordía suavemente el lóbulo, tocaron la puerta, maldije para mis adentros, eran las fresas

Me levante de prisa y recibí a la persona que llevaba el carrito. Era una chica pelirroja y sonrió al verme, era una cualquiera. Estaba tan acelerada y con la sangre hirviendo, que prácticamente le lance la propina y la ignore, cerrando la puerta con seguro y llevando el carrito de comida al lado de la cama

-Fresas- se limitó a decir Lourdes

-Con chocolate- añadí y eso cambio su actitud. Lourdes amaba el chocolate tanto como las galletas o Casey

Se puso de pie y se acercó al carrito. Tomo una fresa y la sumergió hasta la mitad en la fuente de chocolate, al sacarla, la fresa comenzó a endurecerse

-Abre la boca- me ordeno. Me empujo contra la cama y me obligo a sentarme. Ella se sentó en mi regazo y acerco la fresa a mis labios

-Vamos Marti, no esta envenenada

La probé y saboree el dulce y amargo sabor de la fruta con el chocolate. Lu sonreía como nunca, de pronto, me beso el cuello y me quito la remera que tenía

-Te daré la sorpresa de todas formas- murmuro encogiéndose de hombros. Termine de comer la fresa y la empuje contra la almohada





marry me - martuli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora